La figura del maestro de la SAFA cobra una nueva dimensión con la inauguración de la plaza que lleva su nombre en el barrio de San José
De Juan Acosta siempre se recordará su cercana amabilidad, tocada con un rasgo de sencillez, su elegancia y su independencia. También su sutil sentido del humor negro, pero, sobre todo, su pasión indestructible por Linares.
Este jueves la figura del maestro de la SAFA durante más de 30 años ha cobrado una nueva dimensión con la inauguración de la plaza que lleva su nombre en el barrio de San José. Más relevante, mucho más interesante, mucho más humanamente poderosa e influyente.
Fallecido en la Semana Santa de 2019 a causa de un cáncer, hoy hubiera cumplido 81 años. El mismo día en el que su familia, amigos, compañeros de profesión y del Centro Estudios Linarenses y sus vecinos han querido rendirle un homenaje póstumo en el mismo lugar en el que, con la ayuda de sus alumnos, creó un mural con piezas de baldosas que iba recogiendo de las obras que se encontraba en su largo caminar por la ciudad que le vio nacer. Así era Juan Acosta, un hombre hecho así mismo a través del conocimiento y de su inagotable curiosidad.
Nacido en plena posguerra en el seno de una familia «humildísima» de la calle Menéndez Pelayo (Tinte), estudió en el colegio Santa Engracia hasta su traslado a las Escuelas Profesionales Sagrada Familia de Úbeda, donde se formó como maestro de Primaria.
Juan Acosta vivía en la calle Labrador, a un tiro de piedra de las aulas en las que impartió clase y docencia a generaciones enteras de linarenses. Tras su jubilación, su carácter intrépido y vehemente le permitió dedicarse sin descanso a la pasión de su vida: Linares.
Solía recorrerse los barrios de la ciudad con Antonio Quílez, ingeniero de Minas, con el que salía andar cada mañana y con el que compartió charlas, conferencias y encuentros en la Universidad para mayores.
Disfrutaba con la sabiduría de Cristóbal Casado, otro linarense ilustre, y, aunque no le gustaba demasiado hablar de política, se sentía de «izquierdas por valores y principios». «Era máster en humanidad», apostilla Julio Gallego, quien, acto seguido, subraya: «Lo sabía todo o casi todo de Linares».
No le falta razón. Juan Acosta se refugió ese amor a su pueblo para profundizar en sus raíces más profundas. «Un linarense por los cuatro costados», reitera emocionado Julio Gallego. En la misma línea habla Natalio Camarero, miembro del Centro de Estudios Linarenses, cuya revista publica, en su próxima edición, dos artículos dedicados a un hombre que caminó por la línea de la honestidad y la pura creación, más allá de las modas y de los asuntos fáciles.
Fue un intelectual y un vecino del barrio de San José a quien le gustaba conversar de cualquier cosa. Su familia ha estado presente en un acto cargado de emoción, sentimiento y afecto. «Estamos sorprendidos», ha reconocido su hijo Vicente, que ha estado acompañado por su hermana y su madre en este tributo, al que ha asistido la concejal de Cultura, Ángeles Isac, así como otros miembros de la Corporación Municipal.
Nos deja la foto fija de su barba y su sonrisa impertérrita. De un modo de mirar a Linares con optimismo, cariño y generosidad, que tanta falta hace en los tiempos que corren.
Fotos: Visualy Linares y Ayuntamiento de Linares
Muy bien, Javier
Gracias!!!
Le felicito , buen trabajo.