Prendido en sus Manos y en las lágrimas de Rosario de un Jueves Santo

Que larga se hizo la espera hasta que de nuevo las puertas de San Agustín sede canónica de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús en su Prendimiento y Nuestra señora del Rosario, se abriesen para comenzar una Estación de Penitencia que marcaría un antes y un después en el devenir del tiempo. La historia por fin volvería a escribirse con rachear de zapatillas, sones de Rosario, pétalos de flor a la Madre y chicotás interminables al Soberano.

Que se puede decir más que lo vivido en esa tarde mágica en la que Nazarenos de cirio en mano y mantillas de negro riguroso y serio, plantaban en las calles de Linares el Evangelio en las manos de Dios prendidas. Que se puede decir más que entre incienso y saetas acompasadas de mecidas suaves y delicadas, casi en volandas, caminaba Ella, Rosario entre los naranjos de calle Espartero, hasta llegar a la calle que su nombre lleva y donde todo es distinto, lugar sagrado de encuentro de emociones y sentimientos en los que la música se une al paso costalero en un sólo instante, el de la Fe.

Carnecería, Plaza del Ayuntamiento, Vía Dolorosa que lleva su sentencia: «Yo Poncio Pilatos, Presidente Romano dentro del Palacio de la Archipresidencia Juzgo, condeno y sentencio muerte a Jesús llamado de la Plebe Cristo Nazareno, y de Patria Galileo, hombre sedicioso de la ley Moysena, contrario al grande Emperador Tiberio Cesar; y determino, y pronuncio por esta, que su muerte sea en Cruz…»

Y ya condenado a muerte en la Cruz, el Soberano, Rey de San Agustín y Padre Eterno continúa su camino por las calles de Linares, dejando a cada paso con su mirada eterna un reguero de oraciones por aquellos que no pudieron llegar a su Estación de Penitencia y por los que desde una esquina con lágrimas en los ojos le piden que el año que viene de nuevo puedan estar con El y con su Madre del Rosario.

Son tantas cosas las que cada hermano del Prendimiento pueden contar de este Jueves Santo, que es casi imposible resumirlas, pero déjenme que les cuente una. El Prendimiento este año ha sido especial por muchas cosas, pero que mejor lugar que tras su Paso, poder abrazar al amigo que en tres años sólo has podido hablar con el en la distancia y que un buen día el Padre nos unió en una amistad que durará lo largo del tiempo. Fue un honor poder abrazarte con tu banderín del Rosario en mano y sobre todo amigo Víctor que fuese testigo de ello, Nuestro Padre del Prendimiento.

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