«Para ser un buen maestro hace falta ser una buena persona»

Elena Moreno Fuentes (Linares, 1986) resalta por su aspecto juvenil y su amplia sonrisa. No para de reír durante toda la conversación. Se la ve feliz. No solo porque acaba de ser finalista de los premios Educa Abanca (Mundo Educa), los conocidos como ‘Goyas de la Educación’, en la categoría de Universidad, sino porque realmente ella desprende luz.

La hemos citado en una céntrica cafetería de Linares para conocer un poco más de su labor en la Safa de Úbeda, donde da clases de Inglés y TIC a los alumnos de Magisterio de Infantil y de Educación Primaria. Representa la independencia y el sentido común, aspectos que combina con unos fuertes valores basados en el esfuerzo y el trabajo.

Es honesta, honrada, solidaria, disciplinada y empática. Y lo descubrimos conforme avanza la entrevista, que se convierte en una charla entre amigos, aunque sea la primera vez que cruzamos nuestros caminos. Hablamos con ella de innovación, modernidad y educación en estos momentos de transformación e incertidumbre para un sector tan importante y frágil como es el de la enseñanza.

¿Cómo se siente?

—Muy emocionada, muy orgullosa y muy satisfecha del trabajo hecho, que no lo hacemos para ganar ningún premio, pero que en este caso ha sido así. Esta nominación representa el trabajo bien hecho.

¿Cuántos mensajes ha recibido esta semana?

—No lo sé, muchos, por Whatsapp, Facebook, e-mail… La verdad es que la gente se ha portada muy bien conmigo.

¿Hay alguno que le haya hecho especial ilusión?

—Me sorprendió mucho que se acordaran los concejales de Linares, en especial Noelia Justicia (Economía, Hacienda y Desarrollo Económico) y Javier Bris (Interior y Función Pública). La verdad es que no me lo esperaba y me hizo ilusión.

Eso significa que es valorada en su ciudad natal.

—Es bonito porque me siento orgullosa de ser de Linares y, además, de que se valore mi trabajo en mi ciudad.

Ser finalista a Mejor Docente de España no es nada sencillo. Detrás hay mucho esfuerzo y dedicación, pero, sobre todo, una manera de enseñar. ¿En qué se diferencia su metodología de otro profesor?

—Es una pregunta difícil de responder. Creo que en la cercanía y en el trato personalizado, que tanto perseguimos en nuestro centro -Safa de Úbeda-. También combinar la enseñanza con la innovación y el uso de las nuevas tecnologías. Siembre buscamos que el alumno sea el centro de nuestro trabajo con nuevas metodologías más allá de una clase tradicional.

Además, ha llegado hasta la final en un año especialmente complicado por la pandemia del coronavirus.

—Ha sido un cambio bestial para nosotros a la hora de dar las clases, aunque hemos encontrado la manera de hacerlo porque hemos sustituido las actividades por otras cosas que se podían hacer. Los alumnos, como es lógico, estaban deseando volver a clase, pero con el on-line nos hemos adaptado muy bien y hemos conseguido llegar bien. Ha sido muy difícil y complicado para todos.

¿En qué ha notado más la pandemia?

—Pues por ejemplo nosotros tenemos la suerte de tener un colegio de Infantil y Primaria justo al lado y todas las semanas hacemos allí las prácticas, pero con el Covid-19 ha sido imposible. Ni las pudimos hacer en marzo ni ahora. Entonces hemos tenido que inventar proyectos on-line para acercarnos a los colegios y no perder ese contacto.

Pero la pandemia, como todas las crisis, es una oportunidad para reinventarse y sacar lo mejor de cada uno de nosotros.

—Así es. He visto en redes sociales desde marzo como muchísimos compañeros y alumnos se han reinventado a través de preguntas, de tutoriales y del intercambio de información y metodologías. Todos, al fin y al cabo, hemos tenido que buscar nuevos medios para desarrollar nuestro trabajo sin la posibilidad de verlos o tener contacto con ellos.

No tiene cara de empollona.

(Risas) Era buena estudiante y muy responsable, y tengo alguna matrícula.

¿Qué le exige a un alumno?

—Trabajo formando a futuros maestros, que darán clase a nuestros niños. Lo primero que les pido es que sean buenas personas, que sean empáticos, que sean agradecidos, porque los padres les dejan a su cargo el tesoro de sus casas. Por eso tienen que ser cariñosos y respetuosos, tanto con los alumnos como con la profesión. Luego vienen todos los contenidos y las materias. Pero lo primero hay que ser buena persona.

Por esa regla de tres, una mala persona no puede ser maestro o profesor.

—En mi opinión no, porque tratamos con personas y para esta función hay que tener buen corazón.

¿En crisis como la del coronavirus es cuando las docentes sacar los mejor de nosotros mismos?

—Tenemos que ir más allá de los contenidos y de las competencias. El desarrollo humano está por encima de eso para lograr un mundo mejor y más justo. Eso es más importante que saber cuántos huesos hay en el cuerpo humano. No quiero que me vean esto como algo baladí, pero creo que el formar a buenas personas nos hará a todos mejores.

¿Cómo ha recibido su familia la nominación?

(Muestra una amplia sonrisa antes de responder) Están muy contentos y muy orgullosos. Creo que para ellos es algo especial porque desde pequeña me han inculcado la cultura del esfuerzo y del trabajo. Para mis padres, ser trabajador y esforzarte en luchar por un objetivo son valores determinantes en el desarrollo de una persona.

¿Un maestro nace o se hace?

(Suspira y piensa un par de segundos) Que pregunta más difícil de responder. Creo que el maestro nace y luego necesita una buena formación. La vocación es esencial.

Hace un par de meses charle con Miguel Ángel Peinado y Manuel Nájera sobre su vida como docentes. ¿En algún momento se vio reflejada en ellos?

—Para empezar Miguel Ángel Peinado me dio clases en el Huarte y guardo grandes recuerdos de él porque fue una inspiración. Soy filóloga inglesa por gente como él o por Miguel que da clases en el Sagrado Corazón. Y claro que me veo reflejada en ellos porque, además, son unos excelentes profesionales.

¿Por dónde pasa su futuro?

—Pasa, lo primero, por terminar mi tesis doctoral y luego seguir investigando en cuestiones que estén relacionadas con la innovación educativa. Es clave incorporar nuevas metodologías a la enseñanza.

Al hilo de esto, ¿qué es lo que falla en la educación para que cada Gobierno cambie la ley?

—Todos los cambios educativos requieren un tiempo y un poso y a veces pienso que los políticos no son capaces de dejar ese tiempo de barbecho para que las leyes echen raíces y se asienten. Considero que el pacto por la educación es clave. Un acuerdo de todos los grupos políticos para una educación de calidad.

Cuando hablamos de converger con Europa en materia educativa, ¿cree que aún estamos muy lejos de países como Finlandia o Suecia?

—No me gusta que nos estén siempre comparando con Finlandia, porque los niños españoles o italianos nada tienen que ver con los finlandeses. Somos tan diferentes, por carácter y forma de ser, que es imposible que se pueda hacer una comparación justa.

Sin embargo, hay otros modelos educativos más tolerantes en los que nos podemos fijar, que están más basados en las competencias o en las habilidades blandas, creo que son el futuro.

¿Cree que habría que meter de una vez por todas en los centros educativos la inteligencia emocional?

—Estoy convencida de ello. Trabajo para la Compañía de Jesús y para ellos la dimensión de la persona es muy importante. Trabajamos mucho en este sentido y creo que un buen desarrollo de esa competencia emocional hará que los ciudadanos del mañana sean más competentes.

La educación de hace unos años, como la que usted y yo recibimos, basada en el estudio de la materia no corresponde con la realidad actual. Ahora es fundamental trabajar en las emociones, las relaciones con otros y con uno mismo. Saber cómo soy y que es lo que quiero de los demás es súper importante.

¿Cómo se acaba con el acoso escolar, tanto en alumnos como en docentes?

—Es un asunto complejo que hay que trabajar con los alumnos que formamos para futuros maestros y también con los que están en activo. Es fundamental concienciar mucho a la sociedad y a las familias. Y, además, que los maestros salgan muy bien preparados para atajar esos comportamientos desde el principio porque si los frenamos a tiempo lo podremos parar. En cambio, si lo dejamos ir, será mucho más difícil.

Cuando escucha: que bien viven los maestros. ¿Qué piensa?

(Risas) Hombre yo no vivo mal porque, además, tengo el mejor trabajo del mundo. Pero dicho esto es verdad de que se trabaja muchísimo. Por ejemplo, mis compañeros se han pasado todo el puente corrigiendo. Nos esperan unas semanas duras. Igualmente, si tienes un problema con un alumno te lo llevas a casa y suele afectar a la familia. Es cierto que vivimos bien, pero tampoco es tan perfecto.

Algo que a lo mejor no saben los lectores, es que están siempre reciclándose.

—Así es. Nuestra formación es continua y constante. También lo hacemos porque estamos de cara al público y eso desgasta, como le pasa a una persona que está en una tienda o atendiendo llamadas. El trato con las personas, de una manera u otra, desgasta. A veces te llevas a casa cosas que no te tocan. Por ejemplo, cuando tienes un encontronazo con un alumno o con una familia.

No era la única linarense que podía pasar a la final.

—Es cierto. Estaban dos compañeros mías de la Safa de Úbeda, Isabel Segura y Nuria Castillo, y María de los Santos Moreno, profesora de Lengua Castellana y Literatura en la Universidad de Jaén. Por eso, estoy doblemente contenta. Esta nominación es compartida con ellas. Todos mis compañeros, al menos de mi claustro, se merecen estar en esa lista final porque sé el trabajo que realizan y lo mucho que se esfuerzan cada día. Hace un trabajo excepcional, al igual que la gente de la Universidad de Jaén, con los que hemos estado nominados.

¿Qué hace diferente a la Safa de Úbeda?

—Creo que hemos sido muy innovadores a la hora de afrontar los métodos educativos. Por eso, cuando llegó el Plan Bolonia, ya estábamos preparados porque llevábamos años haciéndolo. Buscamos maestros muy comprometidos e innovadores que busquen lo mejor para los niños. Muchos de esos maestros luego trabajan en nuestros colegios que dependen de cómo los formemos.

¿Se iría de la Safa si le ofrecieran otro destino más tentador?

—Me han ofrecido otro sitio, pero no. Estoy muy contenta donde estoy. Trabajo también en otras universidades, como la de La Rioja o la UNED, pero son complementos para ampliar currículum.

¿Qué me dice de las redes sociales?

—Son esenciales, son la enciclopedia del siglo XXI. Si necesitas algo, solo tienes que recurrir al claustro virtual de Twitter porque a los cinco minutos tienes a cien profesores contestándote sobre lo que has preguntado. Son clave en el desarrollo personal y profesionales, siempre que sean bien utilizadas. Las nuevas tecnologías son muy importantes para nosotros.

¿Le gustaría viajar en enero a Santiago de Compostela?

—Sería una buena noticia. Además, tengo muchas ganas de visitarla. Es una de mis ciudades favoritas.

Fotos: Javier Esturillo 

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