Mariola Aranda García (Partido Popular) es una de las personas que probablemente mejor conozca los sentimientos y las necesidades de sus vecinos. Lleva años pateándose cada rincón de la Estación Linares-Baeza, tanto en su etapa como vocal, como ahora en su papel de alcaldesa. Es una mujer comprometida. Eso se ve a simple vista cuando uno pasea a su lado por las calles de la Entidad Local Autónoma. «Es muy buena gente, cuídela», exclama el único Policía Local del pueblo a las puertas del Ayuntamiento.
No es muy dada a las entrevistas; prefiere trabajar sin hacer ruido. Estar a pie de calle y resolver los problemas. Está más que satisfecha y orgullosa del trabajo realizado por su equipo en unos tiempos nada fáciles para ningún mandatario, por la doble crisis que nos ha tocado vivir, la sanitaria del coronavirus y la económica, en la que la Estación y Linares llevan sumidas desde hace más de una década.
A sus 42 años, proyecta optimismo y solo frunce el ceño cuando es interrogada por el poco apoyo que recibe, por ejemplo, de la Diputación de Jaén. «Nos tienen olvidados», lamenta profundamente. También muestra su satisfacción por las buenas relaciones que mantiene con la Administración de Raúl Caro-Accino desde que se produjo el cambio en el Consistorio linarense.
Le gusta viajar, practicar deporte, las manualidades, el cine de terror y se reconoce una admiradora del cantante mejicano Luis Miguel. El Observador ha mantenido una profunda conversación con ella de la que salió con una gran sabor de boca, por su cercanía y sencillez.
—Dígame cómo está la Estación Linares-Baeza
—En estos momentos, en líneas generales, estamos bien. El primer caso de Covid, por ejemplo, se detectó en septiembre, por lo que en este sentido estamos mejor que otros municipios. Por lo que respecta a la situación de la Estación, el cambio político que se ha producido en Linares ha muy sido positivo para nosotros. Las relaciones con el Ayuntamiento son mucho más fluidas y cada cosa que hemos necesitado nos la han facilitado con rapidez.
No nos hemos visto solos, como en otras ocasiones, en la que costaba bastante que nos atendieran los problemas. Ahora todo es diferente y más fácil, cualquier problema se soluciona con diligencia, incluso de competencias que no son nuestras.
—Uno de los aspectos que ha mejorado ha sido la parte económica. Cuentan con más presupuesto.
—La verdad es que sí. Después de diez años con la partida congelada, hemos conseguido que aumente. No ha sido una gran cantidad -unos 30.000 euros-, pero para nosotros eso es mucho. Así, este año hemos recibido 430.000 euros.
—Al margen de trabajo, ¿qué le suelen pedir sus vecinos?
—Principalmente, lo que dice, trabajo, algo que es muy complicado para un pueblo en el que hay muy poquitas empresas y el Ayuntamiento hace lo que puede. De hecho, hemos sacado dos bolsas para cubrir una baja y para que una persona se encarga de temas de desinfección por la pandemia.
Los vecinos no suelen pedir mucho. Lo que realmente quieren es ver la Estación bien, que sea un lugar atractivo, con sus calles en buen estado y que todo esté en orden. Por ejemplo, la gente joven nos demanda mucho una pista de pádel. Lo tenemos en mente y estamos buscando el sitio porque no tenemos terrenos.
—Usted es estacionera de pura cepa.
—El estacionero lo lleva dentro y le gusta decir de dónde es, con nuestra parte linarense, como es evidente. Todos tenemos relación con Linares, de una manera u otra. Muchos de mis amigos son de allí. Haces vida en la ciudad, pero me siento estacionera y orgullosa de ser la alcaldesa de mi pueblo.
—¿Añora los viejos tiempos de su pueblo?
—(Suspira) Claro que se echa de menos, porque gracias al ferrocarril aquí vivía mucha gente y había una actividad enorme. Por desgracia, de aquellos tiempos queda poca gente, la mayoría o ha fallecido o ha sido trasladada. Esa unión que había en el pueblo sí que se echa de menos. También es cierto que ha venido gente nueva y, aunque la convivencia es buena, la relación que había en el pasado, con las puertas abiertas de la casa y el saludo diario, pues se ha perdido en cierta manera.
—Hablemos de la seguridad, uno de los problemas por los que la Estación ha estado en boga en los últimos tiempos.
—Es un tema en el que seguimos encima y peleando para que nos pongan una patrulla propia durante el todo el día, porque la única Policía que tenemos es el agente que está en el Ayuntamiento. Vamos a seguir insistiendo para que aumente la presencia policial en nuestras calles, ahora que van a entrar policías locales nuevos en Linares.
Hace poco más de un mes, me reuní, junto con el concejal de Interior y Función Pública, Javier Bris, con la subdelegada del Gobierno, Catalina Madueño, para abordar este asunto. No podemos llamar y que nos digan que no puede bajar ninguna patrulla cuando el problema se produce en ese momento y no tres horas después, como pasó una noche hace unas semanas, en plena pandemia.
Me enfadé muchísimo porque llamé varias veces por una fiesta que se había montado en el parque con más de 80 personas, que no estaba permitida, y se acudió más allá de la una de la madrugada. Eso fue un sábado, y el lunes por la mañana, lo primero que hice, fue hablar con Policía Local y Nacional, además de solicitar una reunión con la Subdelegación para manifestar el déficit que tenemos.
Sé que Linares no tiene medios, y también es cierto que últimamente acuden con más rapidez, pero necesitamos una patrulla al menos por la tarde.
Siempre nos dicen que no hay denuncias para justificar este problema y no entienden que los vecinos aquí son mayores y les da miedo denunciar. Ven algo y no son capaces de llamar porque temen dar datos. Claro al ver el índice de sucesos pues parece que en la Estación no pasa nada, pero la realidad es que no es así. Necesitamos más vigilancia.
—Uno de sus objetivos ha sido eliminar un poco la imagen de inseguridad que proyecta el municipio.
—Por supuesto porque este es un pueblo tranquilo en el que se puede pasear con total normalidad cualquier hora del día o de la noche. Yo lo hago sin problema alguno. Las imágenes y los programas que se hicieron sobre la Estación nos han perjudicado mucho porque no se ajustan a la realidad que vivimos.
Como alcaldesa he dado la cara en todo momento y mis compañeros de Gobierno han hecho declaraciones que, por desgracia, no se han visto. La prensa lo que ha buscado muchas veces es el titular sensacionalista para compararnos con La Línea y aquí estamos muy lejos de ese tipo de delincuencia. Nadie niega que tenemos un problema, pero no a esos niveles. Lo que ocurre es que esto es más pequeño y todo se amplifica.
—¿Tienen problemas de convivencia?
—Como cualquier otro municipio o barrio, pero son puntuales y muy concretos, pero nada de enfrentamientos entre clanes. Usted puede pasear por el pueblo y comprobará que se vive con normalidad. Se lo digo porque si alguien ve algo se mete para poner orden. Somos gente muy comprometida. Aquí ni existe racismo ni enfrentamientos entre payos y gitanos como han tratado de vender. Llevamos ese estigma porque solo sale lo malo de la Estación. Aquí vive gente normal y corriente que hace cosas muy buenas por su pueblo.
He sido clara y he hablado con todo aquel que me ha preguntado. Lo que no puedo hacer es trasladar a la población información de la que no dispongo, sobre todo en lo relacionado con aquel día, en el que se me criticó por parte de alguna gente.
—Véndame su pueblo. ¿Qué es lo mejor que tiene?
—Es un lugar en el que hay mucho sentimiento y arraigo por la tierra, donde se convive muy bien, con los problemas lógicos de todos los sitios, pero en el que predomina la buena gente.
—Si tuviera que coger un tren, ¿cuál sería el destino?
—Es difícil porque apenas tenemos trenes (sonríe), pero cualquier sitio sería buena en estos momentos de pandemia. Fuera de bromas, tengo muchas ganas de ir a Praga. Es una ciudad en la que me gustaría perderme unos días.
—Aquí, además de estacioneros, son ferroviarios.
—Sin ir más lejos mi padre fue ferroviario y lo he visto salir a cualquier hora del día con el tren. Es una pena ver la Estación sin trenes. Hace unos días fui a Sevilla y lo hice en coche porque no hay manera de viajar en ferrocarril porque no hay combinaciones.
—Cuesta una barbaridad que le hagan caso en Madrid para que no eliminen más servicios.
—En ese sentido, como Ayuntamiento, podemos hacer muy poco, más allá de brindar todo nuestro apoyo, ceder las instalaciones municipales o reunirnos con otras autoridades para reclamar que no desaparezca el ferrocarril, ya que forma parte de la historia de la Estación.
El partido, a través de nuestra parlamentaria Ángela Hidalgo, se está moviendo mucho y ha presentado ya varias propuestas. Estamos a disposición de lo que nos pidan, tanto los propios ferroviarios como las plataformas u otros formaciones políticas. Lo que ocurre es que no depende de nosotros.
—¿Qué tal lleva la despoblación?
—Es problema aquí ha sido, precisamente, la pérdida de trenes, porque este es un pueblo ferroviario. En este punto dependemos de Linares y de las políticas que allí se apliquen para frenar la despoblación y resurja como ciudad. Aunque estemos separados por unos kilómetros, somos un barrio; así que si Linares crece lo hará la Estación. Por eso nos preocupa la situación de la ciudad.
Por otro lado, hemos notado que ha vuelto gente joven que para presentarse a maquinista. No en vano, como le he dicho de una manera u otra todos aquí hemos tenido relación con el tren. Hay una generación muy importante de maquinistas que han salido de la Estación.
—Y de cocineros.
—Así es. Estamos orgullosos de Montse de la Torre y Antonio Cristofani, propietarios de
Cantina La Estación (Úbeda), y de los cocineros de la Vega del Barco. Más allá de que sean conocidos por sus cualidades culinarias, lo más importante es que llevan a gala ser de la Estación. Se sienten muy orgullosos de sus orígenes.
—¿Qué limitaciones tienen como Entidad Local Autónoma?
—Son muchas porque al final dependes de Linares. Las pocas competencias que tenemos las desarrollamos plenamente. Con estas limitaciones cuesta mucho trabajos sacar adelante proyectos. No tenemos apoyo ni de la Diputación de Jaén, a diferencia de lo que ocurre en otras provincias, donde abren vías de financiación para poner en marcha iniciativas. Es más, las tratan como municipios. Aquí, en cambio, no ocurre eso. Nos tienen marginados, independientemente del signo político que gobierne.
Se supone que la Diputación está para ayudar a los municipios más pequeños, pero de nosotros se olvidan, a pesar de que, en el caso de la Estación, tenga más población que muchos pueblos de la provincia. Y, para colmo, como Linares es mayor de 50.000 habitantes, pues tampoco recibe mucho de la Administración provincial, por lo que todo son obstáculos y limitaciones. Nos ha pasado, por ejemplo, con una subvención de equipos informáticos que, al no ser municipio, le corresponde a Linares, pero como supera población, no la puede solicitar. Es las pescadilla que se muerde la cola.
Les pido más sensibilidad porque no se acuerdan de nosotros para nada, ni siquiera en una situación tan complicada y dolorosa como el Covid. Así todo es más difícil. Echamos de menos ese calor que reciben otros municipios de la Diputación, porque no somos menos jiennenses que los de Bailén, La Carolina o Guarromán.
—La independencia de Linares no se le pasa por la cabeza, imagino.
—(Risas) No, aunque le puedo decir que hubo intentos en el pasado. Es cierto que cuando acudes a reuniones con alcaldes de otras entidades menores te lo plantean, sobre todo al hablar del número de habitantes, ya que, como le decía anteriormente, somos más grandes que muchos municipios de la provincia.
No estamos en esa tesitura, pero la verdad es que es descorazonador la situación que vivimos, puesto que si fuéramos una entidad independiente podríamos llegar a muchas más ayudas y, por supuesto, aumenta de manera considerable el presupuesto. Sin embargo, no está entre mis prioridades promover la independencia de la Estación. Todo funcionaría mejor si Diputación arrimara el hombro y nos tuviera en cuenta, como pasa ahora con el Ayuntamiento de Linares.
Incluso, la Junta de Andalucía ha mirado por las ELAs de la región en los presupuestos, donde nos incluyeron en una partida específica que, por desgracia, se quedó parada por el tema de la pandemia, pero al menos hemos tenido su atención. Por eso no entiendo lo de la Diputación de Jaén. Es triste.
—Me han hablado muy bien de usted en Linares. ¿Para cuándo su salto a la política linarense, o más allá?
—Ni me lo he planteado. Estoy muy contenta en la Estación. Me quedan dos años de mandato y no miro más allá del presente. Mi preocupación está aquí porque me metí en esto por ayudar a mis vecinos. Ni si quiera sé si me voy a presentar a la reelección. Tuve mis dudas en las anteriores.
Es más difícil gestionar un Ayuntamiento pequeño que uno grande porque, al final, los medios son tan limitados que todo lo hacemos nosotros. Somos tres en el equipo de Gobierno y los tres hemos colocado desde sillas para una actuación a repartir puerta a puerta mascarillas. Estás las 24 horas del día pendiente del móvil. Mi teléfono siempre está operativo para los vecinos, incluso cuando estoy unos días de vacaciones, que suelen ser pocos. Mi gente me dice que desconecte, pero no puedo. Trato de atender a mis vecinos en todo momento, ya sea por teléfono o en la calle. Eso sí, les pido que acudan al Ayuntamiento y hagan las cosas por escrito porque se me puede olvidar lo que me han dicho. Es muy duro y puede llegar a ser agotador.
—La veo orgullosa de ser la alcaldesa de su pueblo.
—Por supuesto, porque no hay nada más grande que ser la alcaldesa de tu pueblo. Como cualquier persona cometo errores y me equivoco y no tengo problema alguno en reconocerlo cuando me lo dicen. De hecho, he rectificado muchas veces.
De todos estos años, me quedo con el cariño de mi gente, sobre todo de los niños y de los mayores. Un día, por ejemplo, estábamos en una actividad de feria, a la que fui para ayudar, y un abuelo, a través de su hijo, me dijo que nunca había visto a una persona tan involucrada y tan preocupada por los niños. Ese reconocimiento tan simple te llega al corazón y te llena de satisfacción. Me quedo con ese detalle más allá de los grandes proyectos. No estoy aquí para que me agradezcan nada, pero, como le digo, es muy bonito porque viene de tus vecinos.
Fotos: Javier Esturillo