Como no podía ser menos, de nuevo el Lunes santo ha vuelto a ser como aquel que hace dos años dejábamos detenido en el tiempo por la pandemia. Una vez más la Hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Oración en el Huerto y Nuestra Señora de Gracia, dejaba su impronta en las calles de nuestra ciudad, nada más que aparecer la Cruz Guía por la puerta de Santa María, acompañada por la AM La Borriquilla de la Carolina.
Desde la calle el Pilar, al ser casi imposible acceder a la Lonja de Santa María ya se vislumbraba una tarde diferente al escuchar los sones del Himno Nacional que anunciaban la salida del Señor de la Oración. Con paso firme, seguro y lleno de Fe, avanzaba el paso dorado dejándose ver poco a poco en la esquina de la calle Pilar y Alonso Poves dibujando en un cielo algo encapotado una siluete única, al son de de la AM de Santo Tomás de Villanueva de Ciudad Real. Mientras con cierto nerviosismo cargado de ilusión, el Palio en el interior de la Basílica de Santa María se preparaba para que al primer golpe de su llamador, llevase en una mecida interminable a la Madre de Gracia, al encuentro poco más tarde, con las Hermanas de Santa Ángela de la Cruz, eso sí, tras una gran petalada en las mismas puertas de su Casa de Hermandad en calle Ayala.
Ayer el ambiente era distinto, especial, lleno de sentimientos y recuerdos que se reflejaban en las miradas cómplices de capataces y contraguías o en sus voces cuando junto al respiradero susurraban al oído de los costaleros de ambas cuadrillas, palabra de aliento y fuerza, para seguir llevando al cielo al Señor de la Oración y a su Bendita Madre de Gracia. «¿cómo vas amigo?», «hoy no pesa, es Lunes Santo y tenía ganas de que llegase, así que que más da, lo importante es como van Ellos por mi Linares».
Y la tarde avanzaba, el cielo y el aire no gustaba mucho y más aún sabiendo que en Sevilla, tuvieron que sacar los paraguas, pero así lo quiso Dios, que hasta calle el Rosario llegase la Hermandad. Allí no hay tiempo, no hay frio o calor, no hay cielos amenazantes de lluvia, solo hay Oración y Gracia, encuentro con el alma en un suspiro lleno de emoción, de rachear acompasado, de cirios encendidos, de capirotes verdes que abren paso entre la gente. Y al fondo en esquina de Pontón, poco a poco se va dejando ver el resplandor de la candelería de la Virgen, el primer varal, el segundo, el tercero que deja entre las flores adivinar ese glorioso perfil de la Madre de Gracia en una «revirá» que más quisiera uno guardar siempre en el baúl de los sentimientos.
El cansancio en la noche va apareciendo, pero queda un último suspiro, «la cuesta», en ella, las fuerzas se crecen, una marcha tras otra, sin perder el paso, siempre de frente, así es como Nuestro Padre Jesús de la Oración llegaba hasta las mismas puertas del Templo, en el que el último golpe de martillo dijo «ahí quedó, hasta el año que viene».
Pero al fondo de nuevo la candelería de la Virgen deja adivinar que se acerca su momento de subir la cuesta. María Inmaculada comienza la marcha y el palio en perfecta sintonía entre costaleros y músicos encara esa subida que mas bien parece la llegada a las mismas puertas del cielo y todo entre una mar de gentes que impasibles a pesar del frío de la noche se mantienen expectantes para ser testigos del final de un Lunes Santo lleno de grandes momentos.
De la estación de Penitencia de ayer, se podrían destacar muchos aspectos, pero a veces los detalles son los que marcan la grandeza de nuestras Hermandades y Cofradías. Ucrania estuvo ayer presente también en la Oración en el Huerto, tanto el paso de Misterio como el de Palio, portaban un crespón con los colores de la bandera ucraniana, un bonito gesto para pedir a sus Titulares el fin de una guerra sin sentido y sobre todo, rogar por todas las personas que han tenido que dejar sus casas y vidas por este motivo.
