Francisco Javier Perales Fernández (Linares, 1976) es un tipo curtido en mil batallas. Fue sindicalista antes que político y ha negociado convenios en uno de los sectores más complejos y duros de la industria, el metalúrgico.
Es un hombre listo, que sabe moverse de la misma manera en aguas pantanosas que en despachos de altos ejecutivos. Exjugador de fútbol modesto, modestísimo para ser más concretos, desde hace un mes es el nuevo secretario general del PSOE de Linares después de derrotar a su antecesor, Daniel Campos, en una reñida asamblea.
Sabe que todo lo que dice tiene repercusión en su partido. Y por eso en su formación saben que hay que leerle siempre entre líneas. En esta conversación se le entiende bien cuando habla de liderazgo, de la izquierda, del equipo de Gobierno, del modelo de ciudad que quiere y lo que representa para su gente.
Su discurso, en todo caso, suena con otra música, muy pegado a la calle, de donde procede. No le ha ido mal en la vida y se siente agradecido por lo que tiene, sobre todo de sus dos hijas: Marta y Miriam. Tiene el rostro marcado, como el de un boxeador. Quizá sea por todo lo que ha tenido que bregar en la UGT y en el PSOE.
Posee una cualidad a la par insólita y contraintuitiva: hace sentir especial a todo aquel con el que habla. Siempre, sea quien sea.
Dice también que se ha leído dos veces la Biblia y que, sin faltar el respeto a creyente alguno, es una historia «muy irreal». «No sé cómo eso todavía puede calar en la sociedad», remata.
—Ha pasado un mes desde que fue elegido como nuevo secretario general del PSOE de Linares. ¿Cómo se encuentra?
—Bastante bien. Muy ilusionado porque tengo muchas ganas de poner en marcha un proyecto en el que creo firmemente, porque está basado en el trabajo en equipo y en escuchar a la gente del partido. Estamos deseando de que pase el tiempo para que los linarenses vean, poco a poco, nuestras iniciativas.
—¿Quedan heridas que suturar después del proceso de renovación al que ha sido sometida la Agrupación local?
—No creemos que sea necesario suturar heridas. Se presentaron dos modelos. Uno que buscaba soluciones más reales y otro que mantenía las mismas líneas de acción por las que fue cuestionado. Los militantes eligieron y ahora toca aceptar la candidatura ganadora y trabajar todos unidos por el partido. No podemos caer ahora en divisiones internas ni debates estériles puesto que no avanzaremos. Hemos empezado a trabajar y cada uno va a asumiendo su rol dentro del partido y de la Ejecutiva.
—¿Cuántas veces ha llegado a sus oídos la palabra traidor?
—Muchas veces. Es una palabra que me hizo mucho daño pero no tanto por mí, sino porque se utilizó en plural. Hubo gente que nos llamó traidores. Pero esos mismos no dicen que el 70 o el 80 por ciento del equipo que has elegido decide abandonar y, por lo tanto, algo se habrá hecho mal. Además, hay un código no escrito que todos conocemos que es tan simple como lavar los trapos sucios en el vestuario. Han salido fuera porque alguien con mala intención ha querido que se sepa.
—Supongo que los últimos meses habrán sido duros para los socialistas linarenses.
—Sí, los han sido, sobre todo porque hemos enfrentado dos modelos viniendo uno del mismo equipo. En muchas ocasiones son necesarios estos procesos para tomar impulso. También quiere decir que la Agrupación está viva y, además, con crítica interna. El debate es esencial y forma parte de la historia de este partido. El PSOE no sería lo mismo sin crítica y distintas maneras de ver las cosas. Somos una organización a la que le viene bien que haya debate porque nos permite mejorar. Los procesos de renovación siempre son duros porque se confrontan ideas. Esto no tiene porqué ser sinónimo de desgaste.
—Lo que si veo es que la Casa del Pueblo está abierta prácticamente todo el día.
—Así es, desde por la mañana y hasta prácticamente la noche. Fue uno de los compromisos de nuestra candidatura. En los últimos días han pasado los tres candidatos a la primarias del PSOE andaluz: Juan Espadas, Susana Díaz y Luis Ángel Hierro. No olvide de que las casas del pueblo fueron abiertas para que la gente se reuniera en ellas, independientemente de su corriente o afiliación.
Lo que no entendía es cómo se le habían cerrado las puertas a algunos dirigentes, por muy mal que lo haga. Precisamente, tienen que venir a nuestra sede a que se les diga a la cara lo que pensamos, como que no está ayudando todo lo necesario a la ciudad o a la Agrupación.
Tenemos una sede moderna, bonita y muy acogedora, pero, durante más de tres años, vacía. Y, de un tiempo a esta parte, ha pasado casi toda la militancia, asociaciones, colectivos y sindicatos de Linares y, por supuesto, todo aquel compañero que nos la ha pedido.
Nosotros no solo presentamos un modelo, sino un programa electoral que dejaba bien claro que la Casa del Pueblo es de todos. Dentro de un tiempo, serán los militantes los que dirán si este modelo es bueno o no. Si no cumplimos ni siquiera con nuestra gente, qué le vamos presentar a los linarenses.
La sede es fundamental para nosotros porque forma parte de nuestro compromiso de participación activa, es el punto central de la vida orgánica del partido y de la propia ciudad. Fíjese si somos ambiciosos que queremos que los ciudadanos que, por ejemplo, no tienen acceso a la sede electrónica del Ayuntamiento o de cualquier otra institución puedan utilizar nuestra sede para realizar gestiones.
Y es que las casas del pueblo se fundaron para que los profesores pudieran dar clases gratuitas a los que menos tenían, facilitar libros o medicamentos… El objetivo no era otro que la clase obrera tuviera acceso a lo que otros tenían simplemente por gozar de una posición social acomodada. Nosotros no vamos a entregar libros o medicamentos, porque para eso está la Administración pública, pero sí ayudar a reducir la brecha digital entre nuestros ciudadanos, sobre todo los más mayores. En este sentido, el Ayuntamiento ha puesto un muro terrible entre él y los vecinos. Hay gente que no sabe encender un ordenador y se le está privando del acceso.
Nosotros vamos a más y hemos ofrecido nuestra sede a las asociaciones a las que este equipo de Gobierno niega un lugar decente para llevar a cabo su actividad. Solo tiene que decirnos qué hora necesita y tiene a su disposición la Casa del Pueblo, porque es de todos los linarenses, ya que está pagada con recursos públicos.
—¿Qué es la izquierda?
—Una forma de ver y sentir la vida. La izquierda va más allá de una clase o un segmento de la sociedad. No solo la conforma la gente que lo pasa mal, eso es una entelequia. Nosotros tenemos concejales que se han ganado con el sudor de su frente un buen puesto de trabajo y, por consiguiente, un buen sueldo. En la izquierda también hay empresarios y personas con dinero, pero tienen una concepción diferente al conservador o al liberal. La raíz de la izquierda está en el reparto de los recursos.
En mi caso, tengo un buen salario y mi mujer trabaja, esporádicamente pero trabaja. Sin embargo, si le quitan la beca a mi chiquilla que está estudiando en Málaga, a lo mejor me la tengo que traer para acá. Imagínese aquellos que no tienen esta solvencia económica, como lo tienen que estar pasando. La izquierda está para repartir bien lo que tenemos y que todo el mundo tenga acceso a una educación o sanidad gratuita, pero de verdad.
Le pongo otro ejemplo: el trabajo no solo es un derecho porque lo diga la Constitución. Tener un empleo es una manera de dignificar a la persona. A mí me encanta ver a la gente con su mono de trabajo o su uniforme. Lo aprendí en mi familia.
—¿Se siente de la clase obrera?
—Por supuesto. Le recomiendo que vea el documental ‘El espíritu del 45’, en el que se habla de la clase obrera en el Reino Unido -la más baja de la sociedad- y cómo los laboristas comenzaron a darle derechos, a dignificar el trabajo con buenos salarios, a construir barrios obreros para que tuvieran acceso a una vivienda… Esta estrategia dio un avance y un progreso increíble.
Cuando los obreros llegaron a un estatus de clase media, empezaron a contentarse y a acomodarse hasta tal punto que empezaron a votar a la otra parte -en referencia a los conservadores-. Poco a poco fueron ganando terreno hasta que vino Margaret Thatcher -políticas liberales- y, de un plumazo, se cargó todos los derechos que tanto había costado ganar. ¿Qué pasó? Que la clase obrera volvió a votar a los laboristas y adquirió otro tipo de derechos. Este documental del que le hablo no va de la clase obrera en concreto, sino de los cambios de ciclo en la vida y en la propia política.
Nadie puede pisotear los derechos de la gente y, por eso, siempre seré de clase obrera porque la única forma de caer en lo más bajo es perdiendo el puesto de trabajo. No creo en la clase media porque se desconecta y pierde el sentido de la lucha. La clase media es la clase trabajadora.
—Usted viene del mundo sindical y, además, del Metal, donde se forja un carácter más duro, con negociaciones peleadas hasta la extenuación.
—Llevo en el sindicalismo más de la mitad de mi vida. Primero como militante y, posteriormente, como máximo responsable del Metal en la provincia. Eso me ha dado un bagaje muy importante. La negociación me ha permitido tener cintura, tanto para los trabajadores como para los empresarios. No creo en el sindicalista que critica y ataca a los empresarios. Con esos compañeros no he tenido una buena convivencia porque entiendo que el buen empresario es inteligente y sabe que en el acuerdo está la manera de progresar.
Le pongo un caso de un empresario de Linares que pagaba según el rendimiento. Es decir, si el trabajador rendía para ganar seis mil euros, él estaba dispuesto a pagarle cinco mil y así sucesivamente. Y, en cierta forma, deber ser así.
Lo que le puedo decir, después de terminar mi etapa en el sindicato, es que Javier Perales no ha engañado a nadie. Me he podido equivocar en una negociación o responder de manera errónea a una situación, pero ningún trabajador o empresario de Jaén podrá decir nunca que quien le habla le engañó. Nunca lo he hecho y el que lo diga estará mintiendo.
—Y esa cintura de la que habla, la tendrá en la negociación de los presupuestos municipales.
—Lo único que le puedo decir es que no le daremos un cheque en blanco al equipo de Gobierno. Eso téngalo por seguro, porque los números no engañan. Entiendo que han estado un año y medio haciendo lo que han querido porque gozaban de mayoría. Eso ya ha cambiado y necesitará el apoyo del PSOE y de la oposición para sacarlos adelante.
Han visto que sus políticas no han sido buenas para la ciudad ni para ellos, y ahora nos toca a nosotros. Están obligados a hacer otra política que es escuchar a los demás. No solo lo que tenga que decir el PSOE, sino de la ciudadanía que nos votó.
A toda esa gente, se le está faltando al respeto desde el principio porque este equipo de Gobierno nos ha apartado de la vida municipal. No escucha ni quiere escuchar, y mucho menos llegar a acuerdos. No hablo de partidos, sino de vecinos y vecinas de Linares que quieren que se les escuche de una vez por todas.
No olvide que la necesidad ahorca y ahora están obligados a hacer política porque sino no van a ser capaces de sacar nada adelante.
Sin ir más lejos le hemos tenido que enmendar la plana a una concejal -de Economía y Hacienda- porque salió ante los medios de comunicación con un collar antes de comprar el perro. Se equivoca si sigue por ese camino porque nos va a tener enfrente ella y el resto del equipo de Gobierno.
Y le recuerdo que Linares necesita unos presupuestos en 2021 que incorporen medidas que hablen de personas y de proyectos de otros.
—¿Qué exigencias pondrá encima de la mesa para apoyar o abstenerse en el pleno de presupuestos?
—Para empezar, le aseguro que esos presupuestos llevarán la marca del PSOE, porque vamos a poner encima de la mesa medidas sociales y contra el desempleo. Aquí no sirve todo. La situación de la ciudad es gravísima y hay que echar el freno de mano para diseñar una estrategia no solo a corto o medio plazo, sino también pensando en el futuro de nuestros hijos. No pueden hacer política a salto de mata sin realmente tener un plan.
Le avanzo que nosotros vamos a proponer unos presupuesto que incluyan un proyecto y un modelo de ciudad. Es obvio que los presupuestos tendrán un carácter ideológico socialista. No nos podemos permitir ni un segundo más estar sin un plan local de empleo o sin un área específica para la industria, con lo que esta representa para Linares. Montaron una Concejalía de Industria que ellos mismos se encargaron de destruir a los pocos días porque carecía de contenido. Creo que el equipo de Gobierno desconoce el tejido industrial de la ciudad. No solo es el Parque Empresarial de Santana, sino también los polígonos. Gracias a ellos seguimos siendo una potencia industrial en la provincia y en Andalucía.
El problema es que hemos convertido la ciudad de la lucha en la ciudad de la queja. Hemos pasado de reivindicar a suplicar, algo inaudito en la historia de Linares. Está bien eso de pedir a las administraciones, pero qué podemos hacer nosotros desde el Ayuntamiento. La realidad es que no tienen nada que ofrecer, salvo pedir a la Junta o al Gobierno. ¿Por qué se cargaron de un plumazo el plan local de empleo? Es imposible mantener áreas con tan poco personal. Y es que no han sabido resolver de manera coyuntural este déficit al carecer, como le he dicho, de un un plan local de empleo, que también podría ayudar a arreglar nuestros accesos que son una vergüenza. No es lógico, la verdad.
E insisto si quieren contar con nuestro apoyo esas cuentas deben llevar el sello socialista. De lo contrario, ya le aviso de que no saldrán adelante. Me da igual con quién se haya comprometido el alcalde, pero lo que está claro que con los números de la derecha no salen. Saben de buena tinta que antes de realizar cualquier movimiento se tienen que sentar con el PSOE y nuestro partido será quien decida cómo van a ser.
—Cuando escuchó eso de que el pleno es un ‘cachondeo’, ¿qué sintió?
—Los plenos no son ningún cachondeo, lo que me preocupa es que proclamen que los plenos no pueden ser tan largos. Y lo son porque no convocan comisiones ni responden a las preguntas de la oposición. El pleno no puede convertirse en un acto en el que se dé cuenta de lo que hacen una vez al mes. Por eso las sesiones se hacen tan largas porque no nos dan margen para el debate en otros foros municipales.
Lo que no podemos es llegar al pleno y enterarnos de medidas por los medios de comunicación. Pero en qué ciudad vivimos. El Ayuntamiento no es el alcalde, sino los 25 miembros de la Corporación Municipal. El otro día se lo dije de manera pública: usted representa al Ayuntamiento pero no es el Ayuntamiento.
—Con sus respuestas, me queda claro que no es de Ciudadanos, como le dijo un día el líder de Cilu, Javier Bris.
—(Sonríe) Me hizo mucha gracia porque nunca he cambiado. Él sí y así se lo trasladaron sus propios compañeros en el equipo de Gobierno. Mi argumento no se ha movido ni un ápice, el señor Bris era malo para la Función Pública y los Recursos Humanos del Ayuntamiento.
—¿Se alegró de su salida del Gobierno?
—Me alegré de que no se bloqueara la negociación colectiva por culpa de un concejal. Y sí, me alegré muchísimo de que saliera del equipo de Gobierno, sobre todo por el bien de esta ciudad.
—Hábleme ahora del nivel político del Ayuntamiento, que tanto cuestiona la ciudadanía.
—El nivel político es tan bajo porque se meten en charcos que no le corresponden. Aquí hay personas que han entrado en política que no tienen ni idea de dónde están. Algunos se creen que están en una Administración más autonómica y estatal que local, y esa es su gran equivocación. Aquí somos meros servidores públicos de lo más cercano que son los linarenses.
—¿Percibe que hay concejales que están solo y exclusivamente para tener un salario?
—No le percibo así porque realmente no hay tantos sueldos en ese Ayuntamiento. Dicho esto, lo que veo es que hay concejales que realmente no hacen bien su trabajo.
No soy de los que critica tanto los sueldos como la capacitación para el puesto y ese es un problema que tenemos la izquierda. Este debate ya lo he llevado a mi partido. La izquierda no debe enfrascarse en la cantidad que percibe un político. Los sueldos son los que son y si un representante público debe cobrar más, pues que lo haga, pero que trabaje por la gente. Rendir en el terreno de juego. No me preocupa que haya gente ganando dos mil o tres mil euros al mes, lo que me inquieta, como le he comentado, es que no se los gane.
—¿Cree que hay concejales en el Gobierno municipal que se tocan la barriga?
—Por supuesto. No lo veo yo solo, sino toda la ciudad. Cuando te dan respuestas vacías de contenido y sin currarlas, te das perfectamente cuenta de lo poco que ha trabajado. Más que servidores públicos son técnicos. Su gestión está completamente desvinculada de la realidad social de Linares. Le aseguro que hay concejales que ni siquiera conocen los barrios, y eso es muy grave. Gestionan el Ayuntamiento como una empresa de 60.000 trabajadores y no como una ciudad de 60.000 personas.
—¿Con quién le gusta más debatir o el cuerpo a cuerpo en una comisión o en los plenos?
—Aunque parezca mentira, me gusta mucho el cuerpo a cuerpo con Noelia Justicia -concejal de Economía y Hacienda- y con Javier Bris, porque enfrente tengo a dos personas ideológicamente muy distintas a mí, con lo cual hace el debate más claro. Además, cuanto más en desacuerdo estás con una persona más fácil resulta ponerte de acuerdo. Parece una incongruencia, pero es así. Y no es por el nivel de estos dos ediles, sino por la enormes diferencias que tengo con ellos. En cualquier caso, en el pleno no hay debate.
—¿Se iría de cervezas con alguien del equipo de Gobierno o de la oposición?
—Pues claro, qué problema hay. Diferencio muy bien lo que es la política del aspecto personal. Imagínese con la de gente que he estado durante mi etapa sindical. Si no hubiera sido capaz de tomarme un café o un tentempié con un empresario o con otro compañero, hubiera sido inasumible para mí estar en un sindicato en primera línea y a tanto nivel.
—Entonces, ¿por qué se ha llegado en esta Corporación hasta el límite de que haya ediles que ni se saludan por la calle?
—Porque les falta talla y altura política. Es increíble lo de este Ayuntamiento. No asumen que no son nadie, que están en ese puesto porque les ha votado la gente. Javier Perales es un mero representante del ciudadano, nada más. Por eso, soy capaz de tomarme una cerveza con cualquiera y reírme. Una cosa es Javier Perales concejal y otra cosa bien distinta la persona. Esta gente no se entera o no quiere diferenciarlo. Mal camino llevan si no lo hacen. Durarán poco en esto.
—Estamos ya inmersos en las primarias de su partido a nivel regional. ¿Por quién se decanta?
—Tengo decidido el voto, pero no se lo voy a decir (risas).
—¿Qué le pareció la visita de Susana Díaz?
—Aunque la gente lo critica mucho, aquí ha venido como candidata no como secretaria general. En cualquier caso, lo importante para Linares es que han pasado por aquí los tres candidatos y todos ellos con el compromiso de trabajar por la ciudad. Hay muy pocas poblaciones, sin ser capital de provincia, que haya contado con la presencia de los tres candidatos para explicarnos su modelo.
—Le pido sinceridad. ¿No cree que fue demasiado baladí decir que no ha venido antes porque no la han invitado?
—No lo sé. Solo puedo decirle que, aunque no me invite, yo si voy a mi casa. No necesito pedir permiso. Sinceramente no sé porqué no ha venido antes, ni siquiera para inaugurar el Campus o sacar rédito del Plan de Acción de Santana. La verdad es que no es entendible, pero todo no es negro ni blanco. Quizá puede que existiera el bloqueo al que ella se refiere.
—¿Cuántas veces le ha dicho su mujer que para que se mete en estos fregados?
—No solo ella, sino también mis amigos, que me meten más caña que ella. Yo soy sindicalista, de izquierdas y del Barcelona y mi mejor amigo es del Real Madrid, empresario y de derechas, y es el que más me lo ha dicho. Ya ve cómo sé separar lo personal de lo futbolístico y lo político. No es tan difícil.
—Tampoco me puede negar que si está en esto es porque quiere ser alcalde.
—Se equivoca. Estoy aquí porque quiero a mi ciudad y quiero lo mejor para ella como servidor público.
—¿Pero usted quiere ser alcalde, si o no?
—No es una decisión mía, sino de la militancia. Conozco, además, perfectamente lo que puedo hacer. En este caso, eso se escapa de mis manos. Para ser alcalde de Linares, como de cualquier otros sitio, primero debes contar con la confianza de los tuyos y luego que te elijan los ciudadanos. Ya ve que no es tan sencillo.
—Por cierto, me ha dolido que no haya dicho que es azulillo.
—(Cara de sorpresa) Cómo puede decir eso. Soy del Linares desde que mi abuelo me llevaba de pequeño a Linarejos. Estaba el ‘tito Blas’ joven (risas).
—¿Cuál ha sido el futbolista que más le ha gustado sobre el césped de Linarejos?
—Jesús Sierra. Me encantaba verlo jugar. He tenido la oportunidad de enfrentarme a él con los veteranos (del Linares) y es una gozada. Tampoco me puedo olvidar de Carles (padre e hijo), de Toledano, de López Murga, de Pulido… Han sido tantos y tantos buenos peloteros los que han pasado por ese club.
Recuerdo que Carles (padre) me comentaba la manera que influía el campo el equipo contrario. Decía que a los dos minutos, los rivales debían saber que estaban en Linarejos y sufrirlo en sus carnes. Eso se ha perdido, la verdad.
—No le da cosilla ver Linarejos en ese estado.
—Me da vergüenza porque el equipo de Gobierno asume el deporte como un gasto y no como una inversión. También estoy algo cansado de que se cargue tanto sobre la Diputación. Se olvida muy pronto que pagó los asientos de Preferencia y el marcador electrónico.
Esta muy bien pedirle a la Diputación y a la Junta, pero qué ha hecho este Ayuntamiento por mejorar el estadio, hasta ahora nada, más allá de 50.000 euros para cuatro brochazos y cuatro latas de pintura. La inversión en Linarejos es muy necesaria porque el Linares es un activo muy importante de esta ciudad, máxime en la nueva categoría, donde jugaremos con equipos de enorme historial futbolístico.
—¿Dónde le gusta pasear?
—No tengo un lugar concreto, aunque me quedo con ‘las aguas’ (zona en la que se encuentra la estación depuradora, cerca de Senda de la Moza). Me crie allí, donde jugaba al fútbol en un campo con pendiente.
No obstante, cuando salgo a caminar, lo hago por los barrios, en lugar de irme a las vías verdes. No sé cuántas veces me he recorrido la ciudad de cabo a rabo.
Fotos: Désirée Vicente