Acaba de lanzar con Shidow su segundo disco, de nombre ‘I love you’, por lo que pillamos a Javier Hernández Aranzana (Linares, 1970) más alegre que unas pascuas. Y no es extraño viendo el resultado de un trabajo madurado, repleto de matices y que suena de lujo, gracias a la cuidada producción de su tocayo Javier Valverde (Estudios La Viña).
Nos citamos en un lugar mágico, cuyas coordenadas no podemos desvelar, pero a cuyo propietario agradecemos la paciencia para grabar de la mano de La Pecera Studios este nuevo formato de entrevista, en la que mantenemos ese tono de conversación en el que nos sentimos tan cómodos. En esta ocasión, Javier Hernández facilitó que la charla fluyera hasta caminos desconocidos.
Cree que, en esa trinchera de perpetua lucha en la que sobrevive la música, se suele olvidar una batalla: la de la visibilidad. Para lograrlo no le importa ir en contra de la opinión imperante: no cree en las grandes compañías y defiende las alianzas entre creadores. Una mezcla que a él se le antoja tan natural como el café y la cerveza.
Más próximo al folk que al rock, el segundo larga duración de Shidow recompensa un año y medio aciago por culpa de la maldita pandemia.
Durante la entrevista, hablamos sobre la valentía o locura de decidir lanzarse con un sello independiente, la música en vivo, el giro de Radio 3 o su visión de la cultura linarense. Su mente no deja de tramar. Como artista, es un lujo para Linares.
—¿Por qué nace Shidow?
—Nace por la necesidad de crear. Eso que llevas dentro para expresar cosas y lo haces mediante canciones. Es una inquietud que tienes. No sé cuándo acabará. Espero que nunca.
—Ahora está como un niño con zapatos nuevos. Acaba de lanzar nuevo disco.
—Así es. Hemos aguantado el lanzamiento debido a todo lo que ha pasado con esto de la pandemia. Ya tocaba. Había muchas ganas. Era el momento de hacerlo o esperar al nuevo trabajo que, supuestamente, comenzaremos a grabar el próximo año. No hemos podido aguantar más. Ahora empezamos a defenderlo en directo.
También lo hemos retrasado algo por la fabricación en vinilo, pero, a partir del 11 de septiembre, está en la calle. Es como nuestro niño pequeño. Estamos súper orgullosos y muy contentos de cómo ha quedado en general.
—¿Vamos a encontrar a Javier Hernández y Shidow en su punto pleno de madurez?
—Va a encontrar un camino que todavía no ha llegado a su fin. Es importante no ponerse un límite, de modo que vayas descubriendo cosas y no te quedes estancando. Es un abanico de posibilidades que se abre más, con nuevos sonidos en el próximo disco, en directo e, incluso, aportaciones en las canciones que vamos a tocar, que pueden cambiar al momento y en tiempo real. Este disco no es un objetivo conseguido, sino un paso más. No es el máximo exponente de lo que puede llegar hacer Shidow.
—¿Por qué vinilo?
—La historia de la música empieza con el vinilo y creo que morirá con este formato. A lo mejor, alguien, dentro de 20 años, me quita la razón, pero creo que, a día de hoy, sigue siendo la mejor plataforma para editar un disco. He hecho ha vuelto con fuerza y son muchos los intérpretes que apuestan por él para sus producciones.
Es el soporte más bonito, el más coleccionable, con un sonido característico que encaja a la perfección en nuestra filosofía musical.
—¿En qué ha mejorado Shidow en relación con trabajos anteriores?
—El primer disco fue algo más en solitario. En este las canciones, las letras, los ritos, los acordes, los riff de guitarra… son más alegres. Trasladamos lo que queremos conseguir en un futuro de fecha incierta. Ojalá me haga la pregunta dentro de unos años y no sepa contestarle.
También ha cambiado en la producción. El anterior fue con Juanca de Supersubmarina, que nos ayudó mucho, pero Javi Valverde ha cogido el rollo que más o menos queremos darle a la banda. Ha sido un trabajo sensacional. Estamos encantados con el sonido, las voces, las melodías, las bases rítmicas. En definitiva, creo que ha quedado muy bien y se acerca bastante a lo que pretendemos.
—¿Por qué motivo este es más alegre y menos oscuro que su predecesor? ¿Va también con el momento en el que se encuentra?
—Claro, todo influye. Cada vez me encuentro mejor. Uno viene de una historia que termina y, por muy bien que acabe, al final rompes con una parte de tu pasado. Empezar de nuevo no es fácil. Tienes que arrancar de una manera y a lo mejor no estás todo lo positivo que te gustaría.
El primer disco fue muy importante para recuperar sensaciones, pero este segundo ha sido un subidón de autoestima. Espero ser aún más feliz con el tercero, y así sucesivamente. Mi objetivo no es otro que disfrutar cada día más con lo que hago.
—¿La música sirve como desahogo?
—Para mí, ha sido un desahogo y terapia. Necesitaba ocupar el tiempo y me alegro enormemente de haberlo hecho a través de la música. Cada uno tenemos nuestras aficiones, pero, por lo que a mí respecta, lo que me aportó la música ese momento de mi vida fue fundamental.
—¿Se sigue poniendo nervioso antes de salir al escenario?
—Ese cosquilleo no se pierde y máxime después de un año y medio tan duro por culpa de la puñetera pandemia. No solo te pones nervioso antes de un concierto, sino a la hora de grabar un vídeo o realizar una entrevista como esta. Por mucho que pasen los años, es curioso como uno llega a emocionarse hasta el punto de ponerse los pelos de punta. Cuando pierdes esas sensaciones, no solo en la música, sino en la vida en general, algo falla.
—¿Cree que la pandemia ha marcado un antes y un después en la música?
—Está claro que sí. Es una cosa con la que vamos a tener que convivir. Aún no sabemos cómo va a afectar a los conciertos. Todo sigue siendo una incógnita. No creo que resolvamos las dudas ni este ni el año que viene. Habrá que esperar un tiempo largo.
—Volvamos a ‘Y love you’. ¿Es más personal, está menos influenciado por otros estilos?
—(Reflexiona por unos segundos) Los dos han sido personales. Sí que es verdad que este cada vez se va separando más de lo que arrastraba y vas consiguiendo las influencias propias, más allá de la banda o el solista que nos guste.
Poco a poco, vas adquiriendo tu manera de componer, de tocar, de que la banda suene como quieres. Todo eso se va acercando cada vez más a nosotros mismos.
—Siempre he tenido curiosidad de saber cómo se crea una canción. ¿Sería capaz de explicármelo?
—(Sonríe) Existen varias opciones. Por ejemplo, trasladas una historia al papel y a la música. En mi caso soy más de componer, primero, la música y luego la letra. El ensayar todos los días en una cosa habitual en mí. Tengo la suerte de tener un estudio en casa y de poder hacerlo a diario. Eso facilita mucho las cosas.
También le digo que de una canción que sale grabada hay muchísimas que se quedan en el camino. O acordes que ni siquiera llegan a canción. Cuando esos acordes suenan bien, tanto individualmente como en grupo, es cuando crees que puede llegar a ser una canción. Si las desnudas y suena en acústico, es una canción. Esa es mi opinión.
—¿Apreciaremos cambios en el nuevo directo?
—Todo lo que se nos ocurra y pueda mejorar el proyecto, siempre se hará. Tenemos varios formatos para defender el disco, desde acústico hasta la banda al completo, más incorporaciones que podemos meter. Estamos investigando varias alternativas.
—¿Tiene prevista gira?
—En eso estamos. Vamos a ver cómo se solucionan los problemas en los locales para que acuda público. Son las salas las que nos dan esa posibilidad y dependemos de lo que nos digan y de la evolución de la pandemia. Todos estamos deseando volver a la normalidad y todo apunta a que existirá esa posibilidad. No será una gira como queríamos, pero por lo menos empiezan a salir bolos.
—¿Puede avanzar alguna fecha?
—Estamos concretando cosas, pero, de momento, es prematuro hablar de fechas. Nuestra agencia está montando la gira desde el mismo día en el que ha salido el disco.
—Al margen de Shidow, lo hemos visto en colaboraciones con otros artistas. ¿Qué tal ese paralelismo?
—Me gusta porque te alejas de la dinámica costumbrista. Te permite, además, fomentar la creatividad. Para mí, Shidow es súper importante, pero también lo es colaborar con otra gente. No voy a dudar si me salen cosas como ‘El laberinto de las voces’, con Yolanda Sáenz de Tejada, o amigos músicos me piden que les eche una mano, si me gusta el proyecto, allí estaré.
—¿De quién se ha rodeado en ‘Y love you’?
—Al margen de la banda, y la ya habitual colaboración de Sara López -voz de Maldito Swing-, lo más destacado ha sido la participación de Javi Valverde y el Estudio La Viña en la producción. Púa Music también está detrás y ha sido clave para abrir puertas. Estamos muy contentos con nuestro sello. Ha sido uno de los grandes avances de Shidow.
—La música se ha convertido en algo artesanal, en un ‘Juan Palomo’. ¿Por qué?
—Es artesanal porque no ha quedado más remedio. Las casas de discos quieren lo que deja dinero. Lo veo, hasta cierto punto, coherente. Pero se ha perdido eso de apostar por alguien desconocido que suene bien. La prueba la tenemos en Radio 3, el cambio tan radical que ha dado. Me parece muy fuerte y muy duro que una emisora pública, concebida para otros sonidos alejados de las radiofórmulas, haya bajado tanto el nivel.
Se han cargado programas emblemáticos y, sobre todo, la posibilidad a muchas bandas de la esfera independiente de darse a conocer. Para mí, el cambio no es para cuidar su sello personal, sino para convertirla en una radio más. Joder que es que ahora la corto, algo que era impensable hace no mucho tiempo.
—¿Cree, pues, que la prensa están dejando huérfanos a los grupos independientes?
—Físicamente apenas nos quedan revistas, y la referencia era Radio 3. Como le he dicho, me da pena escucharla ahora. No han sido capaces de crear una cantera para continuar con los programas que han permitido a infinidad de grupos hacerse un hueco. Me parece increíble. De una radio privada, lo puedo entender, pero de una pública, no.
—Lo veo muy enfadado con Radio 3.
—Es que jode mucho. No lo digo por nosotros. Me da igual salir o no. Pienso en esa cantidad de intérpretes que se está dejando la piel por hacer un buen producto y les han frenado el paso. Ya no tienen esa puerta a la que llamar. Escuchamos a los cuatro de siempre y poco más. Solo le dan vaselina a Love and Lesbian, Vestuta Morla… Se han mercantilizado, totalmente.
—Y su ciudad, ¿cómo la ve desde el punto de vista cultural?
—Los primeros que debemos cuidar la cultura somos nosotros. Luego, obviamente, necesitamos de la ayuda y la colaboración del Ayuntamiento, que es la Administración más cercana que tenemos. En este sentido, creo que se tienen que poner las pilas a la hora de organizar cosas y de cómo hacerlo. No apostar siempre por ‘sota, caballo y rey’, es decir, por lo seguro, lo previsible, lo rutinario. Debe arriesgar. Mirar a su alrededor e, incluso, copiar cosas que están bien hechas en otros lugares.
No le pido que sean creativos, simplemente traer aquí cosas que están funcionando en otras ciudades no más grandes que la nuestra. Es ponerle algo de interés. Además, no es buena que se gaste todo el dinero en una misma iniciativa. Considero que debe distribuir mejor los recursos.
Otro de los problemas que veo es la comunicación institucional. Rara vez se entera uno de lo que ocurre en esta ciudad. Necesitamos más visibilidad y apoyo.
Vídeo y fotos: La Pecera Studio y Javier Esturillo