La tienda que regenta Dolores Lorite representa el recuerdo del ultramarinos de siempre en el que se puede comprar de casi todo, pero sin generar residuos de plástico
La proliferación de grandes superficies y de supermercados de proximidad han ido matando los comercios más pequeños. La especialización y el trato familiar son el salvavidas que ha posibilitado el resurgir de los colmados. Es el caso de la tienda de ultramarinos de Dolores Lorite Pérez que abrió el pasado mes de octubre en la calle Tetuán, número 13.
Además, en este establecimiento es posible adquirir todo tipo de productos sin maltratar el medio ambiente. Y es que una de las características que hace diferente El Colmado de Lola a otros negocios similares es su apuesta por lo ecológico y por la compra responsable. «Aquí puedes traer tu propio bote o envase de casa y rellenarlo con la cantidad justa que vas a consumir», explica la propietaria.
El catálogo de productos a granel es interminable, desde especias para las comidas a pasta, legumbres o frutas y verduras 100% libre de químicos y pesticidas que llegan directamente del huerto. Tampoco falta espacio para la cuidada oferta de cervezas artesanales, vino, huevos y hasta plantas, en homenaje al anterior propietario.
Su tienda es también toda una experiencia para los sentidos. «Ofrecemos un mundo inmenso, lleno de olores, sabores, sensaciones, emociones, descubrimientos, creaciones y sentimientos», dice Lola, quien tenía todo listo para abrir en marzo de 2020, pero justo en ese momento llegó el confinamiento, por lo que tuvo que posponer la apertura a octubre y en otro lugar al previsto.
Pese a ello, le echó valor en plena pandemia y ha cumplido un sueño: conciliar la vida laboral y la familiar y ofrecer a sus clientes productos de la tierra de altísima calidad, sin perjudicar el medio ambiente.
Su manera de conectar con el público es recuperar la esencia del trato familiar y cercano, ofreciéndole una sabrosa carta que se reinventa cada día, pero manteniendo siempre «las raíces que todos añoramos».
Lola ha sabido ganarse la confianza de la clientela, principalmente joven, con un concepto reinventado, conceptualizado y modernizado del ultramarinos: es un lugar para entrar y no querer salir nunca.
Fotos: Désirée Vicente
