La centenaria tienda de ultramarinos fundada por Antonio Martínez y Presentación Piqueras en 1920 sigue siendo todo un referente comercial de la linarense calle Serrallo
En pleno corazón de Linares, a unos pocos metros de la plaza de abastos, cada mañana abre sus puertas uno de los últimos ultramarinos que a día de hoy queda en la ciudad de las minas.
La historia de El Azafranero comenzó a escribirse hace ya más de 100 años de la mano de Antonio Martínez y Presentación Piqueras, un matrimonio oriundo de Carcelén (Albacete) que decidió instalarse en una de las ciudades más pujantes de Andalucía para montar un negocio dedicado a las especias, principalmente el azafrán; de ahí su nombre.
A lo largo de este siglo de vida, este pequeño establecimiento, abierto primero en el número 1 de la linarense calle Serrallo y trasladado después al número 7 de la misma vía, ha sabido adaptarse a los tiempos, una tarea no exenta de complicaciones en determinados momentos como puede ser el actual, en el que el pequeño comercio tiene que lidiar, además de con la crisis económica propia del municipio, con la pandemia del coronavirus, las grandes superficies comerciales y las cadenas de supermercados.
Tras el repentino fallecimiento del fundador a los 51 años, su esposa decidió pasar el negocio a sus hijos Antonio y Francisco, quienes lo regentaron hasta que una enfermedad alejó al primero del mostrador. Fue entonces cuando Yolanda Martínez López cogió la riendas de El Azafranero.
Corría principios de la década de los 90 y desde entonces la tercera generación de la saga familiar ha resistido los envites de la vida para mantener a flote esta peculiar tienda, donde el cliente puede comprar todo tipo de productos, pero, sobre todo, aquellos que son difíciles -por no decir imposible- de encontrar en ningún otro lugar de Linares y la comarca, como las sardinas arenques, las agujetas, el bacalao de labrador, tripas de matanza, harina y legumbres y semillas a granel, dentro una larga lista de artículos. «Todo tradicional», puntualiza orgullosa Yolanda.
También podemos ver en sus lineales desde la famosísima gaseosa de fresa (comercializada ahora por una empresa de fuera) hasta todo tipo de bebidas destiladas, entre las que destaca una gran variedad de marcas de anís de distinta denominación y pelaje.
En su interior aún se mantiene la esencia de sus inicios, el modo de venta e incluso los clientes han ido pasando de generación en generación. «Ahora vienen los hijos y nietos de los que le compraban a mis abuelos, mis padres y mis tíos», dice la actual propietaria. Clientes fieles que saben muy bien que lo que se llevan a casa es calidad.
Otro de los motivos de esa fidelidad es el buen servicio y el trato humano que dispensa Yolanda y Javier Raya, su joven empleado. «Aquí lo primero es el cliente. Son parte de la familia», insiste la dueña.
Que esta mujer lleve tanto tiempo al mando de un establecimiento de estas características tiene su secreto y se resume en trabajo, constancia, esfuerzo, amor propio y cariño por lo que uno hace.
La lista de tiendas de ‘toda la vida’ de Linares, de esas que abren su persiana a diario desde hace décadas, es extensa, aunque la crisis y las nuevas tecnologías han hecho que se vaya mermando con el paso de los años. Por eso, los linarenses pueden enorgullecerse de un comercio tradicional que no olvida sus raíces y que sabe amoldarse al mercado y a los tiempos que corren.
Fotos: Javier Esturillo
Mi niñez y mi juventud están allí, en la calle Serrallo de Linares y habéis conseguido emocióname con el recuerdo. Espero que ese negocio dure más allá de lo que llegue mi vida y nuestra memoria de un Linares acogedor y bullanguero. AMC.
Yolanda, locutora simpatica de Radio 7.
Amiga y vecina en la calle Serrallo. Yolanda eres una trabajadora excepcional, simpatica y una chica súper alegre además de una gran persona. Un beso 😘 perciosa
Aun siendo de Linares y aunque no vivo allí, siempre que vuelvo, sigo comprando esas especies que usaban mi abuela, mi madre y que me traen aromas de mi niñez.