¿Quiénes deben enseñar y quiénes deben educar a los niños y niñas? Karl A. Menninger afirmó que lo que se les dé a los niños, los niños darán a la sociedad, por lo tanto tenemos una gran responsabilidad en la sociedad que está en continua gestación.
El hombre es un ser en continuo crecimiento. Crecer significa muchas cosas: evolucionar, desarrollarse, adaptarse, asimilar, integrarse, crear, construir. Hay dos conceptos que entran en juego en ese crecimiento: enseñanza y educación.
Ante todo debemos distinguirlos: La enseñanza (o instrucción) representa un aspecto específico de la práctica educativa. Y la educación se refiere a una formación integral. Lo ideal sería ‘Enseñar educando’ pero, no toda enseñanza es educación, ya que hay enseñanzas que no educan.
Los docentes tenemos un gran poder y una gran labor, pertenecemos a un sistema educativo , por lo que el objetivo principal es educar, favorecer el desarrollo integral al alumnado y prepararlos para vivir en sociedad, una sociedad que es plural y diversa y ahí, protagoniza un papel muy importante la educación en valores. Obviamente también enseñamos, ya que comunicamos conocimientos, ideas o habilidades.
En ‘Lecciones de Pedagogía’, Kant define la formación moral como:
(…) aquella mediante la cual el hombre debe ser formado para poder vivir, como un ser que obra libremente. Es la educación de la personalidad, la educación de un ser que obra libremente, que se basta a sí mismo, y que es un miembro de la sociedad, pero que puede tener por sí mismo un valor intrínseco.
La columna vertebral de la escuela debe de ser los “valores”, la escuela debe tener presente que educar a un niño o niña es educar a la sociedad, y lo que aprendan los niños y niñas lo van a poner en práctica en la sociedad en la que están inmersos.
Pero esa educación no debe recaer en la escuela de forma exclusiva ya que, en la educación de nuestros niños y niñas estamos toda la sociedad involucrada: medios de comunicación, diferentes organismos e instituciones, y por supuesto, la familia, la primera escuela, lugar donde se lleva a cabo el aprendizaje de las funciones básicas, como hablar y comer, además de aprender los valores y las normas de conducta que guiarán su futuro.
La educación es un proceso muy largo que comienza siendo impartida por la familia y posteriormente, por la escuela, y se necesita de ambas partes para conseguir un pleno desarrollo educativo y personal del niño.
Pero debemos tener presente algo básico para transmitir valores, pero que, en ocasiones, suele flojear.
Para transmitir valores es importante SER, si no eres, por muchas actividades que hagas, no surtirán efecto, por lo que es muy importante, SER EJEMPLO, tanto a nivel profesional como a nivel personal (como crecimiento personal), ya que si no actúo como ejemplo, las metodologías, herramientas, recursos… que utilizo, no tienen efecto.
No podemos decirles a nuestros hijos que deben compartir sus juguetes si nosotros no compartimos, ni que es muy importante reciclar, si luego ellos nos ven tirar un envoltorio de plástico en la basura orgánica, ni decirles que hay que ser responsables y esforzarse en sus tareas si, cuando tienen que hacer un trabajo en casa, se lo hacemos los padres, ya sea por acabar antes o para que le pongan buena nota.
NADIE PUEDE TRANSMITIR LO QUE NO ES
Algo muy importante que hay que resaltar es que la transmisión de valores es un proceso lento que requiere de una serie de niveles. Al igual que la taxonomía de Bloom es uno de los referentes más utilizados para redactar objetivos educacionales; para la educación en valores también debemos seguir un proceso.
Kohlberg (1989) estableció unos niveles sobre cómo los niños desarrollan su razonamiento moral:
Preconvencional, el sentido de moralidad del niño es controlado externamente, las reglas provienen de las figuras de autoridad.
Convencional, el sentido de la moralidad del niño está ligado a la relaciones personales y sociales, aceptan las reglas de sus figuras de autoridad, pero ahora creen que son necesarias.
Posconvencional, el sentido de la moralidad se define en términos de principios y valores más abstractos, ya creen que algunas leyes son injustas y pueden ser modificadas o cambiadas.
Por lo tanto, EDUCAR es un proceso lento y concienzudo, en el que tenemos que trabajar nuestro crecimiento personal para poder ser el ejemplo, guía y norte de las futuras generaciones, y tener muy presente que, en definitiva, la enseñanza te forma para la vida, la educación eleva y da dignidad a tu vida.