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Juanfra López, el deportista resiliente

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El corredor linarense se prepara a fondo para los próximos desafíos, a pesar de la incertidumbre que genera la pandemia en las competiciones deportivas

A Juanfra López Nava (Linares, 1971) le van las emociones fuertes. De eso no hay duda. Su vida, ligada a la bicicleta prácticamente desde la cuna, no se entiende sin adrenalina, esfuerzo y desafíos. Al piloto linarense no lo detiene ni la pandemia.

Lleva todo el verano dando pedaladas para preparar en la mejor forma posible la próxima temporada, aunque haya sido en casa. «Pese a la incertidumbre, no he dejado de entrenarme y de prepararme duro durante en el confinamiento y en las franjas horarias que nos han dejado», asegura a este periódico, no si antes reconocer que se encuentra en un buen estado de forma y listo para competir a sus más de 49 años.

Juanfra López está a la espera de que la Unión Ciclista Internacional (UCI) defina un calendario que se ha visto alterado en diferentes ocasiones por la pandemia. Pese a ello, el rider de Linares confía en participar en el Open y en el Campeonato de España. «El objetivo siempre es estar en lo más alto del cajón», subraya.

Buena parte de la preparación del corredor linarense se basa en la bici de trial, con la que ha conseguido algunos de los mayores éxitos de sus carrera deportiva, como ser campeón del mundo y de España en varias ocasiones en la década de los 80.

De hecho, uno de sus fuertes son las exhibiciones y conferencias por todo el país donde se le reconoce no solo por el aspecto deportivo, sino por su vocación solidaria y de enseñanza a las nuevas generaciones. El problema es que la pandemia ha frenado en seco las citas de este año. Pese a ello, Juanfra López confía en estar pronto delante de los niños. «Es una de las cosas que más me gusta y me apasiona», reconoce.

«Me gustan los equipos verticales, que buscan la portería rival»

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La era de Alberto González Fernández (Tolox, Málaga, 1979) en el Linares ha comenzado. Está contento y se le nota. Acaba de firmar por un «club histórico» del fútbol andaluz al que pretende asentar en Segunda División B después de su ascenso.

El fichaje del extécnico del CD Ejido, Real Jaén o CD San Fernando, entre otros equipos, ha caído bien entre la parroquia azulilla. Durante su presentación oficial en el Estadio de Linarejos, habló de orgullo y pasión, y se mostró ambicioso con vistas al futuro. «Quiero hacer importante a este equipo en la categoría. Creo mucho en este proyecto», aseguró.

Una charla con Alberto González ofrece alguna pista. Le da valor al sosiego, al diálogo, al orden y al método. Pero también sabe adaptarse a las circunstancias. Le gusta que sus equipos «manejen las diferentes formas de juego, tanto en ataque como en defensa», y que, ante todo, sean competitivos.

¿Cuál es su objetivo con el Linares?

—Soy un soñador, pero debemos ser conscientes de que acabamos de ascender de categoría, por lo que hay que ser humildes y tener los pies en el suelo. No podemos ponernos unas metas muy altas, sino ir paso a paso.

El primer objetivo es consolidar la categoría y a partir de ahí no nos pondremos límites. Intentaremos trabajar lo mejor posible para hacer las cosas bien. Luego la competición nos pondrá en el lugar que nos corresponda.

¿Qué es lo que más le ha atraído del proyecto deportivo?

—Las personas. Cuando te sientas en una mesa para hablar de un proyecto con gente que transmite ilusión y conocimiento, sabes que este es tu sitio. Al final, cuando te rodeas de grandes profesionales y buenas personas, los proyectos suelen salir adelante.

Es consciente de que llega a un club con una afición muy exigente.

—He recibido muchas llamadas de compañeros y lo primero que destacan es que voy a un club impresionante y a una ciudad en la que se vive el fútbol de manera espectacular. Miguel Novo, con el que fui su segundo en el Granada Atlético, me recordó sus partidos en Linarejos, un campo que define como único. Todos somos conscientes de que aquí se vive el fútbol de manera especial y, por eso, este club es tan grande.

Apuesta por el bloque de temporadas anteriores.

—Es un punto fuerte del proyecto. Los pasos dados hasta ahora y que tan buen resultado han dado hay que respetarlos y apoyarse en ellos. Es importante para seguir creciendo.

¿Le preocupa que no se conozca la composición del grupo en el que jugará su equipo?

—No estará muy lejos de lo que se está comentando. De todos modos, en cualquier grupo la dificultad será máxima. Dentro de esta categoría, hay auténticos transatlánticos, con grandes inversiones, ya sea en uno u otro sitio. Sabemos que será duro donde nos toque, pero también somos conscientes de nuestras capacidades y de que debemos competir con cualquiera. Además, en este campo no será fácil ganarnos.

¿Cuándo tiene previsto comenzar la pretemporada?

—Nuestra idea es comenzar a principios de este mes de septiembre. Lo bueno es que este equipo viene de competir y eso nos ayudará a planificar mejor las cosas. Lo importante es que el equipo se adapte bien a los conceptos que queremos para empezar con una buena dinámica y sea competitivo desde el principio.

¿Qué fútbol verán los aficionados azulillos?

—Hoy en día es muy importante manejar todas las formas del juego. Por lo que se estudian los equipos, no puedes tener un solo estilo. El equipo debe estar preparado para si te aprietan arriba saber jugar un poco más largo y se te dejan iniciar el juego en corto tener recursos para mover la pelota. Al final, tienes que dominar las distintas formas del juego. Bien es cierto que a mí me gustan los equipos verticales, que buscan la portería rival. Cuanto más llegues al área contraria más opciones tienes de marcar. Es importante generar el mayor número de ocasiones y especular poco. Todo ello depende, en cualquier caso, de la plantilla de la que dispones y del estado de forma de los jugadores.

¿Qué papel juega la posesión del balón?

—Depende de las circunstancias, aunque le puedo asegurar de que no voy a regalar el balón. Si hay situaciones en las que puedes salir jugando, apuraremos todas las opciones para ello. Al final, para generar el máximo número de ocasiones, el balón debe llegar en buenas condiciones al área. De este modo, tienes más opciones. También habrá momentos en los que el rival apriete mucho, y habrá que lanzar el balón más directo. Lo importante es que el equipo sepa leer qué es lo que demanda el juego y en función de ello ser capaz de actuar.

¿Qué nivel de importancia tienen para usted las bandas?

—Tienen mucha importancia porque me gusta el juego por banda, y más en un campo tan grande y con tantos espacios como Linarejos. Son recursos esenciales que hay que saber manejarlos sin renunciar al juego interior. Lo que está claro es que a partir del juego por las bandas puede surgir esa oportunidad. Si insistes por el centro normalmente tienes menos oportunidad de llegar a la portería rival. Por la banda si pueden aparecer los espacios que quieres. Además, soy partidario de jugar con dos futbolistas de banda, aunque todo está supeditado a los recursos que tienes.

Fotos: José Antonio Díaz Martínez

Gracias, Manolo

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No recuerdo cómo se llamaba la radio, ni siquiera nuestro programa. Recuerdo que emitíamos los viernes por la tarde desde la escuela de adultos Paulo Freire, que todo el aparataje lo había traído Manuel Esturillo de Dúrcal y que Javier, su hijo —un chinorri con poco más de quince años—, ya se sentía periodista.

Recuerdo que Juanma y yo llevábamos litronas al estudio y que en más de una ocasión se nos iba la mano. A todo esto y antes de que se me olvide: te quiero, Juanma. Mucho, muchísimo.

El torneo de ajedrez, su enorme grandeza, de eso me acuerdo tela: Karpov, kasparov, Ivanchuk, Leontxo García; lo bien que jugaba Alfonso, las palizas que nos daba en el Torcal, en el Aníbal, en los salones California.

Recuerdo a Emiliano a Genaro a Lechuga al Chicha; unas Cruces diluviando y Javier escribiendo en la crónica del día siguiente que habían sido una maravilla porque él y yo lo habíamos pasado así, de maravilla; los cafés del Venecia, el «Te quiero, Lola».

A los dos nos gustaba escribir, beber, vivir, reír, llorar. Imposible que no nos hiciéramos buenos amigos y que no nos buscáramos a cada rato. Recuerdo «Aunque tú no lo sepas» a las mil, después de que cerrara el 500, compartiendo cascos en la calle Zabala; las entrada que me regaló para ver a Aute en el Infanta Leonor.

Recuerdo su marcha a Jaén, su maldito e intempestivo adiós; y allí, en Jaén, su pisito junto a la Plaza Deán Mazas en el que nunca dormimos.

Esta mañana leía algo sobre la Fontana di Trevi, a cuenta del coronavirus: ninguna sorpresa, que ahora apenas se encuentran monedas en su fondo por la ausencia de turistas; y yo, por suerte, he conseguido abstraerme y pensar en Marcello Mastroianni, Anita Ekberg y su Dolce vita sin mascarilla.

Luego, de seguido, me he sentado a escribir esta pieza y he empezado por ahí, abstrayéndome, calibrando qué significa la irrupción de un nuevo medio de comunicación en Linares. Y de nuevo ninguna sorpresa: Félix Martínez y Manuel Esturillo se han asomado rápido a mi memoria, los Marcellos y las Anitas de la fuente del periodismo de nuestra maltrecha ciudad.

Y eso es todo lo que quiero decir: gracias, Manolo, por traer los cacharros de la radio en aquel tiempo e inocularle a tu vástago y a otros locos como él la pasión por la palabra.

Sonámbulos

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Hace 25 veranos, un tipo alto y desgarbado de Sheffield llamado Jarvis Cocker publicó con su banda una canción llamada a convertirse en un himno generacional: ‘Common people’ (Gente corriente). Este tema de la banda Pulp fue un auténtico «melocotonazo» y narra la historia de una chica millonaria, que estudia escultura en una universidad elitista.

La mocica traba amistad con un chico de clase baja al que pide vivir como la gente corriente y hacer lo que sea que haga la gente corriente. Lo primero que se le ocurrió al protagonista de la canción fue llevarla al supermercado.

Después le explica que para ser pobre hay que buscar un trabajo, cortarse el pelo, alquilar… pero que, en realidad, nada de eso serviría porque gente como ella nunca podría fracasar como la gente corriente, ni tener la sensación de vivir al borde del precipicio como el común de los mortales.

Un par de días atrás, embozado en mi FFP2, pilotaba con dificultad mi carro de la compra en el Mercadona cuando se me ocurrió una idea peregrina. Jarvis, cuando hablaba de la chica, en realidad estaba describiendo a nuestros políticos.

Los que mandan, y los que aspiran a hacerlo, necesitan que alguien les diga cómo vive y qué quiere la «common people» para mantener sus actas y sus cargos. Desde hace mucho tiempo, tengo la inquietante sensación de que la mayoría de ellos vive en su burbuja de ignorancia, ajenos a la realidad del día a día de la gente normal, e incapaces de ofrecerles seguridad, soluciones o, al menos, esperanza.

El cataclismo de la pandemia confirmó mis temores. No hay un plan, ni nunca lo hubo, porque las agendas y las prioridades eran otras, ocupados como estaban en cosas que no eran importantes.

En ‘Sonámbulos’ el historiador Christopher Clark describe como los gobernantes y responsables políticos de las principales naciones llevaron a sus países a la I Guerra Mundial. Aquel conflicto total destruyó Europa, segó millones de vidas y cambió el mundo por completo.

Este catedrático de Cambridge relata como los gobernantes llevaron a sus poblaciones al desastre por sus errores de juicio. Aquellos reyes y políticos eran: «sonámbulos, vigilantes pero incapaces de ver, ciegos a la realidad del horror». Llega septiembre y nos encontramos con los deberes a medio hacer pero… ¿cómo se despierta a los sonámbulos?

La Codorniz: Un comercio con raíces

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El comercio local marca el carácter de las ciudades y la cultura de las personas, pero son los comerciantes los que dejan huella en nuestro imaginario colectivo

Cada vez queda menos comercio tradicional. La proliferación de franquicias, de centros comerciales y las compras ‘online’ han convertido las tiendas de «toda la vida» en un elemento en extinción. Sin embargo, en Linares todavía sobreviven muchas.

Subsisten gracias a su propio esfuerzo, a la especialización y a que los clientes buscan el sello de identidad que ofrecen. La experiencia familiar, la cercanía y la calidad de sus artículos son rasgos que marcan la diferencia para estos negocios. Este es el secreto para mantenerse abiertos cuando un número incalculable de locales comerciales se han visto obligados a bajar las persianas en la ciudad.

José Pérez Campos, José Pérez Cánovas y Juan Antonio Pérez Campos, en el interior de La Codorniz.

Pueden presumir, además, de haber sobrevivido al cierre de las minas, de la industria, de la crisis del ladrillo y ahora a la Covid-19.

Uno de estos establecimientos históricos es Calzados La Codorniz, enclavado en la calle Joaquín Ruano (Nueva), número 2, a solo unos pasos de la linarense ‘8 Puertas’.

En una esquina del mostrador se encuentra Juan Pérez Cánovas, de 84 años, con la mirada fija en la puerta, por la que acaba de entrar una señora para descambiar unos zapatos. Hace unos años cedió pasar el testigo a sus dos hijos: José y Juan Antonio Pérez Campos, que suman la tercera generación.

El padre de Juan Pérez decidió instalarse en calle Nueva para abrir una taberna, a la que siguió la zapatería, fundada en 1969, en la que también se venden sombreros y gorras. «Quizá seamos los únicos especializados en estos productos», asiente Juan Antonio mientras coloca unas cajas en la estantería.

Lejos de caer en el autoconformismo, La Codorniz ha sabido combinar el gusto por lo estético con el confort. «Nuestro objetivo es continuar con un negocio basado en el buen trato al cliente y en la calidad del producto, de tal manera que quién compra repite», destaca el otro hermano.

La Codorniz ha calzado a varias generaciones de linarenses y visitantes de toda la comarca durante más de medio siglo. En esta zapatería, donde uno siempre encuentra lo que busca, son tratados de forma personal y exquisita. Este es, precisamente, el «as en la manga» que tiene frente a otros establecimientos: el contacto directo con el público.

Cierto es que la crisis sanitaria derivada del coronavirus ha hecho «mucho daño» hasta tal punto de caer las ventas un 30 por ciento en relación con el pasado año, sobre todo porque buena parte de la clientela del negocio es gente mayor a la que le cuesta salir de casa.

Calzados La Codorniz también se ha adaptado a los nuevos tiempos y dispone de su propia página web en la que se puede encontrar todo tipo de información sobre los artículos que vende, desde zapatillas para estar cómodo en casa hasta zuecos o botas, otras de sus especialidades.

Ante la pregunta de cómo ve el futuro del comercio tradicional y de la propia ciudad, responden con incertidumbre y cierto temor. «La solución depende de los políticos. Lo que está claro de que así no podemos seguir. Faltan fábricas que den trabajo para evitar que la gente se marche de aquí», expone José Pérez Campos, cuya madre es la titular del negocio.

Fotos: José Antonio Díaz Martínez

Te has vuelto a equivocar

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Fue un día extraño. De esos en los que dudas, porque sabes que los planes suelen salir mal. Con todo, tiras hacia adelante, sin pensar en lo que te deparará el destino. Alguien me dijo que el mejor trago es el último, el que peor sabe, pero el que siempre recordarás porque deja el poso de la madrugada, de la amargura, del pintalabios en el vaso, de la chica que nunca volverás a ver. El mismo que cuando recorre tu garganta te quema como una brasa ardiendo. Te has vuelto a equivocar. Lo sabes. Aquel domingo, no hubo camino recto, sino renglones torcidos. La conocí cuando no existía originalidad, sino excesos.

Llegó sin hacer ruido. Se sentó frente a mí. Sus ojos se clavaron en mi mirada. Tras unos minutos de tanteo, procedí al cortejo, con la simplicidad de un hombre que había mutado. Enseguida se articularon las palabras hasta crear una conversación que, a la mañana siguiente, olvidaría como olvidas que la vida jode con intensidad sin darte cuenta, cuando menos lo esperas. Ella aceptó el reto. La charla fue banal.

En ese instante, me acordé de la película ‘Memento’. Una cinta cautivadora que habla del desorden, de lo frágil que es la memoria, el recuerdo, la sensibilidad de lo padecido, el amor. A Christopher Nolan siempre le he tenido un cariño especial. Es un tipo extraño. Le gusta arriesgar. Su cabeza es una especie de cubo de Rubik. Hay mentes maravillosas por su complejidad y la de Nolan o la de David Fincher me apasionan de la misma manera que sigo enamorado de Kubrick, Scorsese, Coppola o Berlanga.

Salí a la calle a fumar. Entre calada y charla, la vi salir. No dijo adiós. Me quedé mirándola. Andaba con paso firme y sin mirar atrás. En aquel momento, pensé, de nuevo, en ‘Memento’ y en lo pasajero que es todo. Es como si en un abrir y cerrar de ojos, se va todo a la mierda. A la mañana siguiente, el dolor de cabeza era insoportable. No recordaba ni el perfume, ni su nombre, ni lo que hablé, solo el pelo alborotado de una chica dulce. No me tatúe nada en mi cuerpo. Hubiera sido lo propio.

De ese modo, todo habría sido más fácil. De aquella noche, solo me quedó una tarjeta de visita arrugada y manchada. Lo suficiente para saber que a la vida hay que buscarle otra razón. Ahí afuera hay cosas que, a pesar de todo, merecen la pena: el último estreno, el concierto que no vi de The National, la victoria de tu equipo, la sonrisa de un niño, el valor de pegarle una ostia a la realidad. Es el puto momento de la belleza.

Las palabras delatoras

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Al hilo del principal acontecimiento que ha marcado y parece que seguirá marcando este nefasto 2020, nos topamos hace meses con una expresión que pretende dar naturaleza a este tipo de vida que nos ha impuesto las circunstancias.

Debió de tener un plató por paritorio, y nació como salida de la nada, providencialmente, quizá en algún informativo, o resonando como matasuegras del Apocalipsis en la boca de todo tertuliano de cualquier condición y pelaje, ocasión que aprovechó el ventrílocuo que menea a la plana mayor de nuestra clase política para sumarse a la novedad.

Para esto sí hay consenso, y más que éso, una sola voz. Tanto se ha repetido la expresión que enseguida, y por derecho propio, ha pasado bajo el arco de lo tópico y manoseado. Es el mantra del momento, cuya poca vida le resta la filosofía necesaria como para tener el valor de una máxima, por lo que debemos reducirlo a su justa medida: la del eslogan publicitario.

La fórmula es breve, de un sentido general e inconcreta. Hela aquí: la nueva normalidad. Vista así no impresiona mucho: un artículo, un adjetivo y un sustantivo. Pero el hecho de que el calificativo preceda al nombre nos advierte de que éste viene acotado, por no decir jibarizado. Ya no es la normalidad; no es toda ella, sino la que ha sido homologada por los nuevos tiempos.

Una mínima observación nos susurra que en esta construcción lingüística subyace no la intención de servirnos el alcance semántico de la normalidad en su plenitud, sino la de que todo lo que hay detrás de lo que se anuncia como nuevo pase de puntillas y travestido de esta cotidianidad renqueante y supuesta. ¿Y para qué este eufemismo?, cabría preguntarse. Se dice que las armas las carga el diablo; pues con las palabras, tres cuartos de lo mismo, diría un castizo.

Todo lo nuevo, para qué negarlo, tiene buena prensa. De forma natural lo solemos asociar a la modernidad, a la técnica, a la adaptación que reclama el presente y a lo que facilita por tanto el progreso. La pronunciación de la palabra parece ofrecernos por sí sola un incremento, o como poco un avance.

A pesar de esto, en lo que se refiere a la pandemia, conforme ésta iba copando hasta el menor resquicio de nuestra realidad, las pestes y epidemias del pasado iban resucitando en numerosos reportajes que nos señalaban todas las similitudes habidas y por haber entre lo que estábamos padeciendo y lo que habían vivido nuestros predecesores.

Desinfección de lugares de reunión como teatros, iglesias, cafés, escuelas, también de tranvías y vagones de ferrocarril, aislamiento de enfermos, son algunas de las medidas propuestas por la Alcaldía de Madrid en un bando promulgado el 14 de octubre de 1918, cuando la gripe española era descrita en las comunicaciones oficiales como la «epidemia reinante».

Nada nuevo bajo el sol, nos dicen. ¿Pero no nos habían dicho también que estábamos frente algo nunca visto? ¿Acaso en lo nuevo hay a su vez algo cíclico o se trata verdaderamente de una contradicción? Más bien apunta a una inadvertencia tan palmaria que clama al cielo, precisamente porque no tiene su origen en el despiste o la inocencia. Y es que nunca antes los estados nación –cada vez más estados que sociedades políticas, soberanas y libres–, habían dispuesto de una estructura de control que hiciera posible el confinamiento de prácticamente todo el género humano; es decir, en todo país y al unísono.

Tampoco antes se había llegado a un nivel de desarrollo tal que el uso de la mascarilla fuera generalizado, ya sea por obligatoriedad o por recomendación de las autoridades sanitarias. Y menos aún los gobiernos habían dispuesto como al día de hoy de tantos canales de comunicación en los que filtrar su propaganda, ni la información había sido consumida como lo es ahora, con tal inmediatez y de este modo masivo. Lo que todo esto nos da, la sumatoria de estas medidas, ha conformado finalmente el saco amniótico de esta realidad recién parida, canija, mala y fea como un mono de feria.

Parece difícil, en definitiva, que podamos sustraernos a este conjunto de novedades que hoy por hoy aprietan nuestra normalidad y señalan con un gesto acusica a todo lo que queda en su periferia. Seguramente estén justificadas; constituyen la estrategia aconsejada por buena parte de la comunidad científica y es la dispuesta por el gobierno y las distintas autonomías.

Pero este no es el conflicto, sino el que la amenaza que la nueva normalidad lleva implícita se cumpla, y que este tipo de vida haya llegado por tanto para quedarse. ¿Sería posible? La OMS advierte de que «el virus podría no desaparecer nunca y convertirse en otro virus endémico más en nuestras comunidades».

Tal que así, y quien avisa no es traidor. Este es nuestro cruce de caminos entonces. Porque, ¿durante cuánto tiempo se podrá estar aplicando el distanciamiento social a un ser cuya naturaleza se define precisamente como social? No tardaremos tampoco mucho en comprobar los efectos del uso continuado de la mascarilla, al menos en su aspecto psicológico –el que esa sensación de parapeto y falsa intimidad que proporciona acabe por sacar lo peor de nosotros mismos; de momento parecemos ataviados para delinquir–.

Nada de esto significa que la irresponsabilidad nos vaya a devolver nuestra añorada libertad. No es esa la cuestión, sino un punto que no por ser sencillo sea menos sutil: estamos inmersos en la implantación de un conjunto de normas cuya durabilidad colisiona con nuestra esencia. Está implícito en la receta, que nos remite al instinto de conservación, y es que para salvarnos es preciso que paguemos el precio de ir cediendo con la deshumanización. Y una vez interiorizado esto…, ¿cuánto más nos hundiremos en el código de esta nueva anormalidad?

Sergio Tudela lanza en septiembre ‘Fiel compañera’, su nuevo sencillo

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El cantante linarense Sergio Tudela estrenará el mes que viene nuevo sencillo. Se trata de ‘Fiel compañera’, una canción producida y grabada por Ludovico Vagnone, uno de los productores del último disco de David Bisbal, y masterizado por Óscar Clavel.

Tras la buena acogida de ‘Creer’, tanto en España como en México, Sergio Tudela anuncia que próximamente estará disponible en todas las plataformas digitales. «Con ‘Fiel compañera’ he buscado acercar a la gente el sentimiento-romance que hay entre la música y yo», desvela el artista.

Sergio Tudela, que comenzó a estudiar solfeo y clarinete en el Conservatorio Profesional Andrés Segovia no ha dejado de aprender y perfeccionarse, como lo confirma su ingreso en 2010 en el prestigioso Royal Northern College Of Music de Manchester.

En 2018 quedó semifinalista en los premios MIN en cinco categorías: mejor canción, mejor álbum, mejor artista emergente, mejor videoclip y mejor producción musical.

La Junta reforma los institutos para adaptarlos a las nuevas medidas sanitarias

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La Consejería realiza diez intervenciones en los ocho centros de titularidad autonómica con una inversión de 245.000 euros

El delegado territorial de Educación y Deporte, Antonio Sutil, acompañado por el concejal de Educación del Ayuntamiento de Linares, Rafael Funes, y el director del IES Oretania, Francisco Fernández, visitó las obras que se están llevando a cabo en este centro para adaptarlo a los protocolos sanitarios establecidos por Salud para hacer frente a la Covid 19.

El delegado anunció que, debido a la inversión extraordinaria por parte de la Consejería de Educación y Deporte para garantizar la seguridad de la comunidad educativa, que asciende a 600 millones de euros, todos los institutos de la ciudad se encuentran actualmente inmersos en obras de remodelación y adecuación, con una inversión que asciende a 244.521,64 euros.

En total, en Linares se están realizando diez intervenciones en los ocho centros públicos de titularidad de la Junta de Andalucía, de manera que a los seis de Secundaria (dos de ellos con doble actuación) se unen la Escuela Oficial de Idiomas Cartola Remfry y el Conservatorio Profesional de Música Andrés Segovia.

«La Consejería de Educación y Deporte ha aprobado una partida de 25 millones de euros destinados a los edificios que son de titularidad autonómica, es decir, institutos, residencias escolares, escuelas oficiales de idiomas y conservatorios», explicó Sutil.

De esta forma, tal y como ha añadido el delegado, “se quiere aumentar la calidad del sistema educativo andaluz y, además, dinamizar la economía local”. Gracias a esta inversión, los centros educativos han podido acometer obras de acceso, cerramientos, fachadas y cubiertas, así como pintura y rotulación, adecuación de espacios, de instalaciones eléctricas, instalaciones sanitarias o adecuación de medidas de seguridad.

En Jaén, el presupuesto total asciende a 2.300.000 millones de euros repartidos entre 105 actuaciones en 93 centros de la provincia.

Por su parte, el concejal de Educación, Rafael Funes, agradeció a la Delegación Territorial de Educación y Deporte el trabajo realizado, siempre en colaboración con los Ayuntamientos, para coordinar una «vuelta al cole» presencial y segura, así como la inversión extraordinaria realizada por la Consejería para dotar a los centros escolares de más docentes (6.000 en toda la comunidad autónoma repartidos según las circunstancias particulares de cada colegio o instituto), más personal de limpieza para los edificios en los que la institución autonómica regenta esta competencia (escuelas infantiles de primer ciclo de titularidad de la Junta de Andalucía, institutos, escuelas oficiales de idiomas, conservatorios y residencias escolares),
los fondos destinados a obras para adecuar los espacios a los protocolos sanitarios  dictaminados por Salud, la realización de test para la detección de la Covid 19 a todo el profesorado o el reparto de dispositivos digitales (150.000 en Andalucía).

En este sentido, el concejal ha señalado que, asimiento la responsabilidad social que le corresponde a su Ayuntamiento, han incrementado la partida destinada a mantenimiento de colegios en 150.000 euros, a los que se va a sumar el incremento presupuestario para hacer frente a las labores de limpieza.

Inversión en las infraestructuras de Linares

En concreto, en el IES Oretania se están construyendo dos nuevas aulas para incrementar los espacios disponibles y permitir desdobles de grupos y hacer posible, de esta forma, el incremento de la seguridad, con una inversión total de 49.506,67 euros. El otro centro al que se la Consejería le ha financiado dos proyectos es el IES Santa Engracia, en el que se están realizando intervenciones urgentes en diferentes aulas para adecuar los problemas de humedades que eran unas de las principales reivindicaciones de la comunidad educativa desde hace más de una década.

En este sentido, Ayuntamiento y Delegación mantuvieron un encuentro para trabajar en torno a la mejor solución legal que permita el traslado del instituto a otro edificio de forma permanente y ofreciendo todos los servicios necesarios para que una educación de
calidad con instalaciones disponibles para todas las asignaturas, incluida Educación Física.

Junto a los IES Santa Engracia y Oretania, han recibido esta partida económica extraordinaria los institutos Himilce, Reyes de España, Cástulo y Huarte de San Juan, además del Conservatorio Profesional de Música Andrés Segovia y la Escuela Oficial de Idiomas Carlota Remfry.

El delegado territorial ha querido destacar, por último, que a estas actuaciones se les suman las que se han hecho posibles gracias al acuerdo marco impulsado por la Consejería de Javier Imbroda. Esta medida ha permitido acortar los trámites administrativos para la realización de
otras 6 intervenciones en 3 centros de la ciudad de Linares: tres en el IES Himilce, dos en el CEIP Jaén y una en el colegio Santa Ana, con una inversión de 330.523 euros.